" Pero, ¿ quién te enviará ahora las rosas blancas por tu cumpleaños? Ay, el jarrón estará vacío. Ese pequeño halo de mi vida que te llega una vez al año, eso también se irá. amor mío, escúchame, te lo suplico... es la primera y última cosa que te pido... hazlo por mí, cada cumpleaños, ese día en que uno siempre piensa en sí mismo, coge unas rosas y ponlas en el jarrón. Hazlo, querido, hazlo así, igual que otros hacen que se cante una misa una vez al año para su difunta querida. Yo ya no creo en Dios ni quiero ninguna misa, sólo creo en ti, sólo te quiero a ti y sólo quiero continuar viviendo dentro de ti... ay,sólo un día al año, muy, muy silenciosamente, como siempre he vivido a tu lado... Te lo suplico, hazlo, querido... es la primera y última cosa que te pido... te lo agradezco.. te quiero.. te quiero... adiós".
Stefan Zweig. Carta de una desconocida. Ed Acantilado
Carta de una desconocida. (1948). Max Ophuls.
"Entonces su mirada se posó en el jarrón azul que tenía ante él, encima del escritorio. Estaba vacío, por primera vez desde hacía años estaba vacío en el día de su cumpleaños, y se asustó: fue como si, de repente, se hubiese abierto una puerta invisible y un golpe de aire frío hubiera penetrado desde el más allá en su tranquila habitación. Sintió a la muerte y sintió un amor inmortal: algo le atravesó el alma y pensó en aquella mujer invisible, etérea y apasionada como el recuerdo de una lejana melodía."