Para que el carácter de un ser humano desvele cualidades verdaderamente excepcionales, hay que tener la fortuna de poder observar su actuación durante largos años. Si dicha actuación está despojada de todo egoísmo, si la idea que la rige es de una generosidad sin par, si es absolutamente cierto que no ha buscado ninguna recompensa y que, además, ha dejado huellas visibles en el mundo, entonces nos hallamos sin duda alguna, ante un carácter inolvidable.
Cuando pienso que un solo hombre, reducido a sus simples recursos físicos y morales, fue capaz de hacer surgir del desierto este país de Canaán, siento que, pese a todo la condición humana es admirable. Pero cuando llevo la cuenta de toda la constancia en la grandeza del alma y de todo el empeño en la generosidad que han sido necesarios para obtener este resultado, me invade un inmenso respeto por ese viejo campesino iletrado que supo completar una obra digna de Dios.
el hombre que plantaba árboles. Jean Giono