jueves, 8 de septiembre de 2016

Muchos son los elementos que obstaculizan el camino. Desfiguramos nuestros recuerdos, los dilatamos, mentimos inconscientemente, manipulamos lo que tomamos por memoria, describimos una verdad que nunca ha existido y continuamos viviendo con todo ello a cuestas




Post scríptum 4

( Septiembre, 2015). Intento trabajar en mi libro en mi lejana isla y el mundo me adelanta. En un mismo día veo dos veces a un hombre con un niño. Un hombre en la portada de El País y un hombre en un cuadro del siglo XV. El primer hombre camina ligeramente inclinado junto a un mar o un río. Lleva uniforme, unas pesadas botas de soldado y sostiene a un niño en los brazos. Del niño solo se ven las pequeñas piernas y los piececillos. Es tan pequeño aún que otra persona le habrá puesto sus zapatitos ese día. Uno sabe de inmediato que el niño está muerto. Se lee en el rostro del hombre. Un gesto de dolor, no por sí mismo, sino por el niño: la quiebra del mundo. El día anterior había yo escrito un pasaje sobre Hieronymus Bosch, el libro sobre el pintor estaba aún abierto encima de mi mesa. En él hay un famoso cuadro de un museo de Róterdam, San Cristóbal con el Niño Jesús, que un mes después volví a ver en el departamento de restauración del Museo Boijmans van Beuningen. La historia es bien conocida. Un gigante pagano, Reprobus, encuentra un niño en la orilla de un río y comprende que este quiere cruzar al otro lado. Se lo sube a los hombros y vadea a través del agua. En el río, el niño se vuelve cada vez más pesado, hasta que el hombre ya apenas puede llevarlo. El niño es Cristo, y desde entonces el hombre recibe el nombre de Cristóforo, el portador de Cristo, o Cristóbal.
Es el protector de los viajeros. En el cuadro, San Cristóbal tiene la misma postura que el soldado en la costa turca. Ligeramente inclinado hacia adelante, lleva al niño con extremo cuidado hacia la otra orilla donde estará a salvo. En el panel, el santo vuelve la cabeza hacia la derecha, al igual que hace el hombre de la fotografía del periódico mirando hacia donde estamos nosotros. El hombre camina como si este niño también pesara mucho, y así es. Es el peso de la muerte.
   El niño era demasiado pesado para Europa, porque Europa no existe. Fue incapaz de llevar a este niño.

Cees Nooteboom. El Bosco. Un oscuro presentimiento. Siruela