" ¿ Y ahora?" - se preguntó Gregor y miró a su alrededor en medio de la oscuridad. Al poco tiempo hizo el descubrimiento de que no se podía mover. No se sorprendió, más bien le resultó algo antinatural que se hubiera podido mover hasta ese momento con aquellas patitas tan delgadas. Por lo demás, se sentía relativamente cómodo. Notaba, es cierto, dolores por todo el cuerpo, pero le parecía como si fueran cada vez más débiles y como si, finalmente, fueran a desaparecer. Apenas sentía ya la manzana podrida en su espalda y el entorno infectado, cubierto completamente de una tenue capa de polvo. Pensaba en su familia con amor y emoción. Su opinión de que tenía que desaparecer era quizás en él más decidida que en su hermana. Permaneció en ese estado pensativo, vacío y pacífico, hasta que el reloj de la torre dio las tres de la madrugada. Aún pudo ver el clarear del amanecer por la ventana. Luego, su cabeza se hundió involuntariamente, y de las ventanas de la nariz se escapó, débil, su último suspiro.
Franz Kafka. La metamorfosis
Seguía haciéndome más pequeño, ¿hasta cuándo? ¿ Hasta llegar a lo infinitesimal? ¿ Qué era yo? ¿ Seguía siendo un ser humano o era el hombre del futuro? Qué próximos están lo infinitesimal y lo infinito. De pronto comprendí que en realidad eran los dos extremos de un mismo concepto. Lo increíblemente pequeño y lo increíblemente grande se encuentran en un momento dado para cerrar un gigantesco círculo. Sentí como si pudiera abrazar el cielo, el universo...y en ese momento conocí la respuesta del enigma de la respuesta del infinito. Hasta entonces había pensado dentro de la limitada dimensión humana, que la existencia tiene un principio y un fin, es un concepto humano no divino, sentí que mi cuerpo disminuía, se disolvía, se convertía en la nada, desapareció el miedo y se convirtió en aceptación... toda la majestuosa grandeza de la creación tenía que tener un significado... y yo, sí, yo el más pequeño de los pequeños, tenía un significado. Para Dios el cero no existe, yo sigo existiendo.
El increíble hombre menguante. 1957