jueves, 28 de octubre de 2021

 



LA VOZ


Cada día el silencio de la habitación solitaria

se cierra de nuevo sobre el leve chapoteo de cada gesto,

como el aire. Cada día la angosta ventana

se abre inmóvil al aire que calla. La voz

ronca y dulce no retorna en el fresco silencio.


Se abre, como la respiración de quien está a punto de 

hablar,

el aire inmóvil y calla. Cada día es el mismo.

Y la voz es la misma, que no quiebra el silencio,

por siempre idéntica y ronca en la inmovilidad

del recuerdo. La clara ventana acompaña

con su breve latido la calma entonces.


Cada gesto golpea la calma entonces.

Si sonase la voz, tornaría el dolor.

Tornarían los gestos en el aire asombrado

y palabras, palabras a la voz queda.

Si sonase la voz, hasta el breve latido

del silencio que dura se haría dolor.


Tornarían los gestos del inútil dolor,

golpeando las cosas en el curso del tiempo.

Más no torna la voz y el remoto susurro

no crispa el recuerdo. La inmóvil luz

otorga su fresco latido. Para siempre, el silencio

calla, ronco y quedo, en el recuerdo de entonces.


MAÑANA


La ventana entornada recuadra un rostro

sobre el campo del mar. Los lindos cabellos

acompañan el tierno ritmo del mar.


No hay recuerdos en este rostro.

Sólo una sombra huidiza, como las nubes.

La sombra es húmeda y dulce como la arena

de una intacta caverna, bajo el crepúsculo.

No hay recuerdos. Sólo un susurro que es la voz del mar convertida en recuerdo.


En el crepúsculo, el agua mullida del alba, 

que se impregna de luz, alumbra el rostro.

Cada día es un milagro intemporal,

bajo el sol: lo impregnan una luz salobre

y un sabor a vívido marisco.


No existe recuerdo en este rostro.

No hay palabra que lo contenga

o vincule con cosas pasadas. Ayer,

 se desvaneció de la angosta ventana,

tal como se desvanecerá dentro de poco, sin tristeza

ni humanas palabras, sobre el campo del mar.


POR LA MAÑANA, TÚ REGRESAS SIEMPRE


La lumbrera del alba

respira con tu boca

en el fondo de las calles vacías.

Tus ojos, luz gris,

dulces gotas del alba

sobre oscuras colinas.

Tu paso y tu aliento

sumergen las casas

como viento del alba.

La ciudad se estremece,

exhalan las piedras - 

eres vida, despertar.


Estrella perdida

en la luz del alba,

crujido de la brisa,

tibieza, respiración-

la noche ha concluido.


Eres la luz y la mañana.

---


Las mañanas pasan claras

y desiertas. De igual modo tus ojos

se abrían hace tiempo. La mañana

transcurría lenta, era un remolino

de luz inmóvil. Callaba.

Tú callabas, viva; las cosas

vivían bajo tus ojos

( ni pena, ni fiebre, ni sombra)

como un mar matinal, claro.

Dónde tú estás, luz, está la mañana.

Eras la vida y las cosas.

En ti respirábamos, despiertos

bajo el cielo que aún hay en nosotros.

Ni pena, no fiebre, entonces,

ni esta sombra pesada del día 

lleno de gente y distinto.

¡ Oh luz, claridad lejana,

respiración cansada, dirige hacia nosotros

los ojos inmóviles y claros!

Es oscura la mañana que pasa

sin la luz de tus ojos.


Cesar Pavese.

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