Cuando digo que pienso en todo lo que no he hecho,
¿ cuál es en realidad el contenido de esos pensamientos?
Fortuna. Hernán Díaz
¿ Olvidar?
Nos movemos en el tiempo como dentro de una agua. Como dentro de una agua que nos gasta. Cuando salimos de ella, ya no somos. A ese desgaste lo llamamos vida. La vida quizá sea, sobre todo, olvidar: sustituir, mirar hacia otro lado, distraernos en estricto sentido, avanzar, mudar de sitio, mudar de amor, irnos muriendo poco a poco. " Olvidar, qué imposible", pensamos con frecuencia. " La abrasadora boca del olvido,/ que duele allí donde el dolor termina" escribimos una tarde andaluza. Hay heridas que deberían ser de piedra; heridas que querríamos perdurables. Pero, no. La vida consiste en un arduo equilibrio entre el recuerdo y el olvido. El que conscientemente se propone no olvidar, inconscientemente ya ha comenzado a hacerlo." Se me olvidó que te olvidé,/ a mí, que nada se me olvida". Cuánto vaivén el de esta marejada. Cuando intentamos recordar, ya no es posible. Volvemos a un paisaje donde fuimos un momento felices. ( El paisaje, infinito, y el corazón, pequeño. " Ésta es tu casa". La escarcha blanqueaba las laderas del amanecer y su rostro, que no había dormido. Nos observaba, aprobando, el hermoso mundo a nuestro alcance. Yo temblaba de amor y de frío. Salpicaba el paisaje con los besos restantes, por no desperdiciarlos: su boca era demasiado menuda para tantos.) Volvemos para recordar, y allí está todo: el ventanal, las laderas, los abetos, la escarcha, hasta los besos. Todo, menos nosotros. Buscamos el momento, no el paisaje. Buscamos lo que fuimos, y no acude a la cita. Aquel momento huyó: no sabe/no contesta. El amante suele dejar de amar, pero no deja de amar nunca el momento en que amó: ese momento que no existe. Le urge encontrarlo entre cartas, atardeceres, gestos, ropa interior, palabras. Imposible. Y revuelve nervioso el equipaje. No; se extravió en alguna parte, por descuido quizá, o se lo robaron. El tiempo en el que amamos nos olvidó. Todo en nosotros es irrecuperable.
Un día más
¿ Qué necesitaremos para convertir en inconfundible un día; para hacerlo destacado y distinto de los otros, que se apilan en la niebla común de nuestra vida? ¿ Que sea el primero, o el último?¿ Que se consagren en él el amor o la dicha inolvidables? Un día tras otro esperamos que suceda algo grande; algo que señale con piedra blanca y decisiva una fecha; algo que subraye con un círculo fosforescente una cifra de nuestro mediocre calendario. Sin embargo, lo más grande que nos sucede y nos sucederá es la vida. Sobre ella, como sobre una mesa transparente, depositamos objetos, posesiones, sentimientos, anhelos: cosas bellas o feas, pero cosas al fin. Sin la mesa, todo sería añicos. En la vida, el camino vale más que la posada. Todavía más: el camino es la posada. Pero nosotros nos esforzamos en conducir la vida, en comprimirla, en trocearla, en sacarle partido - el nuestro, tan pequeño, tan distante del suyo ( desconocido y probablemente misterioso y sencillo lo mismo que el verano)- Nosotros procuramos transformar la vida en instrumento, cuando ella es lo absoluto: ella es su propio fin, no un medio nuestro. Porque no somos, sino unos inquilinos en precario, continuamente a dos dedos del desahucio...
ANTONIO GALA. Reflejos de una vida
Una película que merece la pena recordar, The Straight Story (1999)