sábado, 31 de diciembre de 2022


 Hay demasiado mundo. Cabría reducirlo antes que ampliarlo o expandirlo. Debería ser encerrado de nuevo, enlatado en un panóptico portátil, y permitirnos echarle un vistazo solo los sábados por la tarde, una vez concluido el trabajo cotidiano, la ropa interior limpia  y preparada, las camisas tiesas sobre el respaldo de las sillas, los suelos ya fregados y el bizcocho recién horneado enfriándose sobre el alféizar de la ventana. Mirarlo por un agujero, como en el Fotoplastikon de Varsovia, y admirarse ante cada detalle.

  Temo que, lamentablemente, sea demasiado tarde para ello.

  Por lo visto debemos aprender a vivir eligiendo. A ser como el viajero al que conocí en un tren nocturno. Decía que cada tanto necesitaba visitar el Louvre para detenerse ante el único cuadro, en su opinión, digo de ser visto. Plantarse ante el cuadro de Juan el Bautista y seguir con la mirada su dedo levantado.

OLGA TOKARCZUK. Los errantes




martes, 27 de diciembre de 2022

                                           

                                                       UNA SENTENCIA DE CÉSAR

  Si nos dedicáramos de vez en cuando a examinarnos, y el tiempo que utilizamos en fiscalizar a otros y en conocer las cosas exteriores a nosotros, lo empleásemos en sondear en nuestro interior, nos percataríamos fácilmente de hasta qué punto toda nuestra contextura se compone de piezas débiles y deficientes. ¿ No es singular prueba de imperfección que no podamos fijar nuestra satisfacción en cosa alguna, y que ni siquiera con el deseo y la imaginación seamos capaces de elegir aquello que nos conviene? Tenemos una buena prueba de ello en la gran discusión que ha habido siempre entre los filósofos para encontrar el bien supremo del hombre, que todavía dura y durará eternamente sin solución y sin acuerdo:

mientras nos falta lo que deseamos, esto parece que supera a todo lo demás; cuando lo conseguimos, deseamos otra cosa tras ésta, y la misma sed nos atenaza. I Lucrecio

 Sentimos que nada de lo que cae en nuestro conocimiento y posesión nos satisface, y andamos embobados tras las cosas futuras y desconocidas, pues las presentes no nos sacian- a mi juicio no porque no tengan bastante con que saciarnos, sino porque la manera en que nos apropiamos de ellas es enfermiza y desordenada-:

Pues cuando vio que los mortales disponían de casi todo lo necesario, que los poderoso estaban colmados de riquezas, honor y gloria, y destacaban por la buena fama de sus hijos, pero que, en su intimidad, nadie dejaba de sentir angustia en su corazón, ni de tener el alma sumida en quejas, comprendió que el mal provenía del vaso mismo y que éste corrompía con su mal todo aquello que, recogido fuera, se introducía en él, incluso los bienes. II Lucrecio

 Nuestro deseo es indeciso e incierto; nada sabe poseer y nada sabe gozar rectamente. El hombre, considerando que se debe al vicio de las cosas que posee, se llena y nutre de otras cosas que ni sabe ni conoce, a las cuales aplica deseos y esperanzas, y a las cuales rinde honor y reverencia. Como dice César: " Debido a un vicio general de la naturaleza, ponemos más confianza y temor en las cosas que no hemos visto y que están ocultas y son desconocidas".

Michel de Montaigne. Los ensayos



La quimera del oro (1925)



domingo, 25 de diciembre de 2022

nuestras equivocaciones

 

                                       Cuentos de Tokio. 1953

                                                                    

        Y así, nuestras búsquedas, nuestros proyectos o trabajos nos quitan de ver los rostros que luego se nos aparecen como los verdaderos mensajeros de aquello mismo que buscábamos, siendo a la vez, ellos, las personas a quienes nosotros debiéramos haber acompañado o protegido.


 ¡Qué poco tiempo le dedicamos a los viejos! Ahora que yo también lo soy, cuántas veces en la soledad de las horas que inevitablemente acompañan a la vejez, recuerdo con dolor aquel último gesto de su mano y observo con tristeza el desamparo que traen los años, el abandono que los hombres de nuestro tiempo hacen de las personas mayores, de los padres, de los abuelos, esas personas a quienes le debemos la vida. Nuestra "avanzada" sociedad deja de lado a quienes no producen. ¡ Dios mío!, ¿ dejados a su soledad y a sus cavilaciones!, ¿ cuánto de respeto y de gratitud hemos perdido! ¿ Qué devastación han traído los tiempos sobre la vida, qué abismos se han abierto con los años, cuántas ilusiones han sido agostadas por el frío y las tormentas, por los desengaños y las muertes de tantos proyectos y seres que queríamos!


  Mientras les escribo, vuelve la imagen de mi madre, a quien dejé tan sola en sus últimos años. Hace tiempo escribí que la vida se hace en borrador, lo que indudablemente le da su trascendencia pero nos impide, dolorosamente, reparar nuestras equivocaciones y abandonos. Nada de lo que fue vuelve a ser, y las cosas y los hombres y los niños no son lo que fueron un día. ¡ Qué horror y qué tristeza, la mirada del niño que perdimos!


ERNESTO SABATO