VII
Existo, bien lo sé,
Porque le transparenta
El mundo a mis sentidos
Su amorosa presencia.
Mas no quiero estos muros,
Aire infiel a sí mismo,
Ni esas ramas que cantan
En el aire dormido.
Quiero como horizonte
Para mi muda gloria
Tus brazos, que ciñendo
Mi vida la deshojan.
Vivo un solo deseo,
Un afán claro, unánime;
Afán de amor y olvido.
Yo no sé si alguien cae.
Soy memoria de hombre;
Luego, nada. Divinas,
La sombra y la luz siguen
Con la tierra que gira.
XXI
Va la sombra invasora
Despojando el espacio
Y la luz fugitiva
Huye a un mundo lejano.
Surge viva la lámpara
En la noche desierta,
Defendiendo el recinto
Con sus fuerzas ligeras.
Sólo el azul relámpago,
Que vierte la ventana
Hacia fuera, en el tiempo
Misterioso resbala.
Cuán vanamente atónita
Resucita de nuevo
La soledad. ¿ Soñar?
Soñaremos que sueño.
Es la paz necesaria.
No se sabe; se olvida.
Otra noche acunando
Esta dicha vacía.
.................
¿ Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? Nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido.
LUIS CERNUDA. POESÍA COMPLETA