lunes, 22 de agosto de 2016

Si estás luchando por un mundo mejor, ¿ cómo se puede pensar en un vestido de gala?



En una de las películas de Charlot, hay una escena donde éste está haciendo el equipaje. Se sienta sobre la maleta, salta encima y, cuando por fin logra cerrarla, por fuera asoman partes de la ropa, tirantes, un cuello de camisa. De modo que agarra la tijera y recorta cuanto sobresale. Wislawa Szymbroska recordó esta escena en el discurso que pronunció en la iglesia de San Pablo de Fráncfort en agosto de 1991, al recoger el Premio Goethe: " Eso suele pasar con la realidad cuando nos empeñamos en meterla en la maleta de la ideología".

    La realidad a veces se revela desde un lado tan caótico y tan terriblemente incomprensible que uno quisiera descubrir en ella un orden más duradero, separar lo que es importante de lo que no, lo anticuado de lo nuevo, lo que molesta y lo que ayuda. Es una tentación peligrosa porque en estos casos, a menudo, entre el mundo y el progreso se cuela una teoría, una ideología que promete segregar y dar una explicación a todo. Entre nosotros hay escritores que se resistieron a la tentación y prefirieron confiar en su propio instinto y conciencia, y no en intermediarios de cualquier especie. Desgraciadamente, yo sí caí en la tentación, cuya prueba son mis dos primeros libros de poemas.


 De este modo se pronunció por primera vez públicamente con respecto a su compromiso con el comunismo.






    Es tiempo de llevarse las manos a la cabeza
    y decirle: Pobre Yorick, ¿ dónde está tu ignorancia,
    tu confianza ciega, tu inocencia
    tu yasearraeglará, el equilibrio del alma
    entre la verdad comprobada y no comprobada?

    Creí que eran traidores, que no merecían sus nombres
    si el hierbajo se burla de sus tumbas desconocidas
    y los cuervos los imitan y las nevadas los ridiculizan,
    pero ésos eran, oh Yorick, falsos testigos.

    La eternidad de los muertos dura aún,
    mientras se les paga con la memoria.
    Moneda inestable. Y no hay día
    en que alguien no pierda su eternidad.

    Hoy sé más de la eternidad:
    se puede dar, y se puede quitar.
    Ese a quien llamaron traidor,
    junto con su nombre ha de morir.
    (...)

    Vienen hacia nosotros. Afilados como diamantes,
    por las vitrinas, relucientes por fuera,
    por las ventanas de acogedoras casitas,
    por las gafas color rosa, por cerebros,
    por corazones, en silencio pasan la cuchilla.

     ( " Rehabilitación", de Llamando al Yeti, 1957)



     Pienso el mundo, segunda edición,
     segunda edición, corregida
     (...)

     El tiempo ( capítulo segundo)
     tiene el derecho de inmiscuirse
     en todo, lo malo y lo bueno.
     No obstante, ese que destruye montañas,
     desplaza océanos y que está presente
     en el movimiento de los astros,
     no tendrá el menor poder
     sobre los amantes, porque están tan desnudos,
     tan abrazados, con el alma enfurruñada
     como un gorrión en el hombro.
  
     La vejez no es más que una moraleja
     en la vida de un criminal.

     ¡Así pues, todos jóvenes!
     El sufrimiento ( capítulo tercero)
     no ultraja al cuerpo.
     La muerte,
     mientras duermes llega.
     (...)
     Sólo un mundo así. Sólo así
     vivir. Y morir sólo así.
     Y todo lo demás es como Bach
     tocado de momento
     con un serrucho.
   
       ( " Pienso el mundo", de Llamando al Yeti, 1957)