jueves, 30 de agosto de 2018

Pasaron los años y pasaron los años.



   Qué fácil no saber nada, qué fácil andar a tientas, qué fácil ser engañado y no digamos mentir, algo sin mérito y al alcance de cualquier tonto, es curioso que los embusteros se crean listos y hábiles, cuando para eso no hace falta la menor habilidad. Cuando se nos dice puede ser y no ser, lo más decisivo y lo más indiferente, lo más inocuo y lo más crucial, lo que afecta a nuestra existencia y lo que ni siquiera le toca de refilón. Podemos vivir en un continuado erro, creer que tenemos una vida comprensible y estable y asible y encontrarnos  con que todo es inseguro, pantanoso, inmanejable, sin asentamiento en tierra firme; o todo una representación, como si nos halláramos en el teatro convencidos de estar en la realidad y no nos hubiéramos dado cuenta de que se apagaban las luces y se levantaba el telón y de que además nosotros estábamos sobre el escenario y no arriba ni abajo entre los espectadores, o en la pantalla de un cine sin poder salirnos, atrapados en la película y obligados a repetirnos a cada nueva proyección, convertidos en celuloide y sin capacidad para alterar los hechos, el argumento, la planificación ni el punto de vista ni la luz, la historia que alguien decidió que fuera para siempre como es. Uno se da cuenta, en la propia vida, de que hay cosas tan irreversibles como una historia ya vista o leída, es decir, ya contada; cosas que nos conducen por un camino del que apenas nos es posible apartarnos o en el que a lo sumo se nos permite improvisar, quizá sólo un gesto o un guiño inadvertidos; al que debemos atenernos incluso para intentar escapar, porque sin haberlo querido ya estamos en él y condiciona nuestros movimientos y nuestros envenenados pasos, para seguirlo o para huir, tanto da. Lo cierto es que transitamos por él en contra de lo que creíamos y de nuestra voluntad, alguien nos ha metido en él y ese alguien...

Javier Marías. Berta Isla

viernes, 3 de agosto de 2018

¡ Qué extraño destino me tocó en suerte! He madurado entre ruinas, he estudiado entre ruinas, he amado entre ruinas



... Como si, al escribir ,cada  línea que trazo en la página con el bolígrafo se cubriera de moho y cada página que dejo atrás, cubierta con mi escritura, se abarquillara, amarilleara y se retorciera  hoja seca. Pero yo seguiría escribiendo igualmente cada vez más rápido, para que no me alcancen el desastre y la desgracia.

... Como si los puentes se derrumbaran a mi paso.
... Como si las estrellas explotaran después de caer dormido.
... Como si nuestra memoria fuera un osario.
... Como si nuestra mente fuera una campana resquebrajada.




Me pregunto si queremos todavía ser geniales siguiendo a Nabokov, venciendo miles de obstáculos a través de su sistema de galerías. ¿ No es más sencillo y más cómodo ver una película americana con un Bruce Willis al que cada vez le cuesta más morir? ¿ No es mucho más fácil hacer zapping en la tele y navegar por Internet, imaginando que somos gente de nuestra época y que así la vida se nos pasa perfumada y en tecnicolor como un sueño?


Los libros son como las mariposas. Habitualmente tienen las alas plegadas, como cuando las mariposas descansan sobre una hoja y desenrollan su trompa filiforme para sorber el agua de una gota de rocío. Cuando abres un libro, este echa a volar. Y tú con él, como si volaras en el cuello del plumón de una mariposa gigante. Pero el libro no tiene un único par de alas, sino cientos, clara señal de que te puede llevar no solo de flor en flor por este mundo glorioso, sino a centenares de mundos habitados. Algunos guardan gran parecido con el mundo en que vivimos, otros están habitados por seres que solo se muestran en sueños.



   Siempre, cuando en el periodo irreal de las fiestas navideñas me levanto muy temprano y las ventanas están completamente heladas, y a través de su cristal deformado la nieve oblicua cae con saña, y yo estoy inquieto en la cocina con la luz encendida _ en algún sitio de las profundidades de la  casa suena un despertador _ tengo la misma visión de lector maleado. Mientras bebo el café caliente, sueño con el Libro. Más descabellado que Cien años de soledad, más profundo que El castillo, más infinito que En busca del tiempo perdido. Imagino un gran equipo de escritores trabajando durante varias generaciones en un solo libro que se pueda leer desde la infancia, cuando empiezas a distinguir las letras, hasta el lecho de muerte, cuando ya no las distingues. Un libro que reemplace tu vida, pero sin los momentos, los días, los  meses, los años monótonos de la vida. En la adolescencia, acurrucado en la cama, solía leer algunas veces desde la mañana hasta la noche, se me olvidaba comer y casi respirar porque las páginas _ que de hecho, casi no veía _ describían a gente de verdad, nubes de verdad, ciudades de verdad, pero cuando levantaba los ojos, no veía más que sombras desoladoras. Me daba cuenta de que anochecía solo cuando las páginas se volvían rojas como el fuego antes de tornarse cenicientas.
  El drama de mi vida empezó después,cuando en vez del Libro me vi obligado a vivir la realidad. Me temo que de ahora en adelante nadie va a vivir en los libros, tal y como han hecho mi generación y las precedentes. Y que la utopía de la lectura quedará por ahí, en una colina lejana, como un gran laberinto en ruinas.



                                                     Recordé entonces que en la profundidad de nuestro cerebro existe una zona llamada Isla. Que todos tenemos una isla sumergida en las profundidades de la mente y que la buscamos desesperados, como el diamante fundido de nuestro ser. Que nosotros mismos, y nuestro mundo, estamos profundamente hundidos en la aguas del tiempo y de la memoria universales, como una Ada-Kaleh que nunca volverá a ser real.




MIRCEA CĂRTĂRESCU.   El ojo castaño de nuestro amor

lunes, 23 de abril de 2018

Y siempre pueda verte...



El tiempo

  Lega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza. ( No sé si expreso esto bien). Quiero decir que a partir de tal edad nos vemos sujetos al tiempo y obligados a contar con él, como si alguna colérica visión con espada centelleante nos arrojara del paraíso primero, donde todo hombre una vez ha vivido libre del aguijón de la muerte. ¡ Años de niñez en en que el tiempo no existe! Un día, unas horas son entonces cifras de la eternidad. ¿ Cuántos siglos caben en las horas de un niño? .
  Recuerdo aquel rincón del patio en la casa natal, yo a solas y sentado en el primer peldaño de la escalera de mármol. La vela estaba echada, sumiendo el ambiente en una fresca penumbra, y sobre la lona, por donde se filtraba tamizada la luz del mediodía, una estrella destacaba sus seis puntas de paño rojo. Subían hasta los balcones abiertos, por el hueco del patio, las hojas anchas de las latanias, de un verde oscuro y brillante, y abajo, en torno de la fuente, estaban agrupadas las matas floridas de adelfas y azaleas. Sonaba el agua al caer con un ritmo igual, adormecedor, y allá en el fondo del agua unos peces escarlata nadaban con inquieto movimiento, centelleando sus escamas en un relámpago de oro. Disuelta en el ambiente había una languidez que lentamente iba invadiendo mi cuerpo.
  Allí, en el absoluto silencio estival, subrayado por el rumor del agua, los ojos abiertos a una clara penumbra que realzaba la vida misteriosa de las cosas, he visto cómo las horas quedaban inmóviles, suspensas en el aire, tal la nube que oculta un dios, puras y aéreas, sin pasar.



El destino


   Había en el viejo edificio de la universidad, pasado el patio grande, otro más pequeño, tras cuyos arcos, entre las adelfas y limoneros, susurraba una fuente. El loco bullicio de patio principal, sólo con subir unos escalones y atravesar una galería, se trocaba allá silencio y quietud.
   Un atardecer de mayo, tranquilo el edificio todo, porque era ya pasada la hora de las clases y los exámenes estaban cerca, te paseabas por las galerías de aquel patio escondido. No había otro rumor sino el del agua en la fuente, leve y sostenido, al que se sobreponía a veces el trino fugitivo de un bando de golondrinas cruzando el cielo que encuadraban los aleros.
   Cuántas cosas no te ha dicho a lo largo de la vida el rumor del agua. Podrías pasarte las horas escuchándola., lo mismo que podrías pasarlas contemplando el fuego. ¡ hermosa hermandad la del agua y la llama! Aquella tarde, el surtidor que se alzaba como una garzota blanca para caer luego deshecho en lágrimas sobre la taza de la fuente, su brotar y anegarse sempiterno, trajo a tu memoria, por una vaga asociación de ideas, el fin de tu estancia en la universidad.
   Nunca el pasar de las generaciones parece tan melancólico como al representárselo en algo materialmente, tal en esos viejos edificios de universidades o cuarteles, por los que discurre cada año la juventud nueva, dejando en ellos sus voces, los locos impulsos de la sangre. Recuerdos de juventudes idas llenan su ámbito, y resuenan sus muros en el silencio como la espiral vacía de un caracol marino.
   Apoyado en una columna del patio, pensaste en tus días futuros, en la necesidad de escoger una profesión, tú, a quien todas repugnaban igualmente, y sólo deseabas escapar de aquella ciudad y de aquel ambiente letal. Cosas contradictorias eran tu necesidad y tu deseo, atándote a ambos sin solución la pobreza. Mas aquel problema mezquino, ¿ qué valor tenía cuando te veías  arrastrado en el avanzar incesante del tiempo, ascendiendo con una generación de hombres para caer luego, perdíéndote con ellos en la sombra? Privados de gozo, de placer y de libertad, como tantos otros, comprendiste entonces que acaso la sociedad ha cubierto con falsos problemas materiales los verdaderos problemas del hombre, para evitarle que reconozca la melancolía de su destino o la desesperación de su impotencia.



Regreso a la sombra


    Tras la fatiga de un viaje nocturno, al final de la madrugada, con pocos y entrecortados momentos de sueño, entre febril y escalofriado, encontraste en el vestíbulo oscuro y desierto del hotel. Qué vacío el de esa hora que antecede al alba; qué mundo increado o extinto el que se mira entonces.
  Atrás quedaban los días soleados junto al mar, el tiempo inútil para todo excepto paRa el goce  descuidado, la compañía de una criatura querida como a nada y como a nadie. El frío que sentías era más el de su ausencia que el de la hora temprana en un amanecer de otoño.
  Qué agonía en aquel alba desolada, entre los objetos sórdidos del existir cotidiano, hecho por y para aquellos  que no pueden ser, ni podrán ser nunca parte de ti. Al entrar en tanta extrañeza tu vida se volvió, ella también, otro objeto inerte y vacío, como concha de la cual arrancarán su perla.
  Y, ¿ por qué no decirlo? Tus lágrimas brotaron entonces amargamente, pues que estabas solo y nadie sino tú era testigo de tanta debilidad, en honor de lo perdido. ¿ Lo perdido? Tú mismo eras a un tiempo, viuda de tu amor, el perdidoso y el perdido.
  ¿ No será posible recobrar en otra vida los momentos de dicha, que tan breves han sido en este existir todo fastidio, monotonía, seres extraños? ¿ No será posible reunirte para siempre con la criatura que tanto quieres? ( " Y siempre pueda verte/ Ante los ojos míos, / Sin miedo y sobresalto de perderte"). Si no es posible, ¿ qué razón tiene el vivir, cuando aquello en que se sustenta es ya pasado?
  Como Orfeo afrontarías los infiernos para rescatar y llevar de nuevo contigo la imagen de tu dicha, la forma de tu felicidad. Pero ya no hay dioses que nos devuelvan compasivos lo que perdimos, sino un azar ciego que va trazando torcidamente, con paso de borracho, el rumbo estúpido de nuestra vida.

LUIS CERNUDA. OCNOS


sábado, 21 de abril de 2018






La soledad está en todo para ti, y todo para ti está en la soledad. Isla feliz adonde tantas veces te acogiste, compenetrado mejor con la vida y con sus designios, trayendo allá, como quien trae del mercado unas flores cuyos pétalos luego abrirán en plenitud recatada, la turbulencia que poco a poco ha de sedimentar las imágenes, las ideas.
  Hay quienes en medio de la vida la perciben apresuradamente, y son los improvisadores; pero hay también quienes necesitan distanciarse de ella para verla más y mejor, y son los contempladores. El presente es demasiado brusco, no pocas veces lleno de incongruencia irónica, y conviene distanciarse de él para comprender su sorpresa y su reiteración.
   Entre los otros y tú, entre el amor y tú, entre la vida y tú, está la soledad. Más esa soledad, que de todo te separa, no te apena. ¿ Por qué habría de apenarte? Cuenta hecha con todo, con la  tierra, con la tradición, con los hombres, a ninguno debes tanto como a soledad. Poco o mucho, lo que tú seas, a ella se lo debes.
    De niño, cuando a la noche veías el cielo, cuyas estrellas semejaban miradas amigas llenando la oscuridad de misteriosa simpatía; la  vastedad de los espacios no te arredraba, sino al contrario, te suspendía en embeleso confiado. Allá entre las constelaciones brillaba la tuya, clara como el agua, luciente como el carbón que es el diamante: la constelación de la soledad, invisible para tantos, evidente y benéfica para algunos, entre los cuales has tenido la suerte de contarte.


Luis Cernuda. Ocnos

domingo, 1 de abril de 2018

Días en que una palabra lejana se apodera de mí...




                                                               13

explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome   


                                                               33

alguna vez
                 alguna vez tal vez
me iré sin quedarme
                 me iré como quien se va


                                                               OTROS POEMAS
                                                                    ( 1959)


silencio
yo me uno al silencio
yo me he unido al silencio
y me dejo hacer
me dejo beber
me dejo decir

     

                                                           LOS TRABAJOS Y LAS NOCHES
                                                                       (1965)


                                                                TU VOZ

                                         Emboscado en mi escritura
                                         cantas en mi poema.
                                         Rehén de tu dulce voz
                                         petrificada en mi memoria.
                                         Pájaro asido a su fuga.
                                         Aire tatuado por un ausente.
                                         Reloj que late conmigo
                                         para que nunca despierte.

         

                                                            LOS PEQUEÑOS CANTOS


                                                                    III

                                        el centro 
                                        de un poema
                                                            es otro poema
                                        el centro del centro
                                                             es la ausencia
                                        en el centro de la ausencia
                                        mi sombra es el centro
                                        del centro del poema

                                ....

                                        ¿ Quién es yo?
                                        ¿ Solamente un reclamo de huérfana?
                                        Por más que hable no encuentro silencio.
                                        Yo, que sólo conozco la noche de la orfandad.
                                         Espera que no cesa,
                                         pequeña casa de la esperanza.

                                                                                               1972

                                   
                                          no, la verdad no es la música
                                          yo, triste espera de una palabra
                                          que nombre lo que busco
                                           ¿ y qué busco?
                                          no el nombre de la deidad
                                          no el nombre de los nombres
                                          sino los nombres precisos y preciosos
                                          de mis deseos ocultos

                                          algo en mí me castiga
                                          desde todas mis vidas.
                                          - Te dimos todo lo necesario para que me comprendieras
                                          y preferiste la espera,
                                          como si todo te anunciase el poema
                                          ( aquel que nunca escribirás porque es un jardín inaccesible
                                          - sólo vine a ver el jardín- )


                                                  sólo vine a a ver el jardín.
                                                  tengo frío en las manos.
                                                  frío en el pecho.
                                                  frío en el lugar donde en los demás se forma el pensamiento.
                                                  no es éste el jardín que vine a buscar
                                                  a fin de entrar, de entrar, no de salir.

                                                  por favor, no creas que me lamento.
                                                  si comprendieras la voluptuosidad de comprobar.

                                                  me amaron, a lo menos eso dijeron.
                                                  muchos me amaron porque no soy parecida más que a mí
                                                  y por otros imponderables más bellos que la sonrisa de la
                                                                                                     ( Virgen de las Rocas.
                                                  yo, ahora, creo amar y me siento acabada, epilogada.
                                                  ¿cómo aprender los gestos primarios
                                                   de las pasiones elementales?

                                                  No me consuela
                                                                                                        1972

ALEJANDRA PIZARNIK. POESÍA COMPLETA

viernes, 30 de marzo de 2018

" escribo aquello que no sabría decirle a nadie"


Si esto es un hombre


los que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas
Los que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:
  Considerad si es un hombre
  Quien trabaja en el fango
  Quien no conoce la paz
  Quien lucha por la mitad de un panecillo
  Quien muere por un sí o por un no.
  Considerad si es una mujer
  Quien no tiene cabellos ni nombre
  Ni fuerzas para recordarlo
  Vacía la mirada y frío el regazo
  Como una rana invernal.
Pensad que esto ha sucedido:
Os recomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostaros, al levantaros,
Repetídselas a vuestros hijos.
  O que vuestra casa se derrumbe,
  La enfermedad os imposibilite,
 Vuestros descendientes os vuelvan el rostro.


Imaginaos ahora a un hombre a quien, ademas de a sus personas amadas, se le quiten la casa, las costumbres, las ropas, todo, literalmente todo lo que posee: será un hombre vacío, reducido al sufrimiento y a la necesidad, falto de dignidad y de juicio, porque a quien lo ha perdido todo fácilmente le sucede perderse a sí mismo; hasta tal punto que se podrá decidir sin remordimiento  su vida o su muerte `prescindiendo de cualquier sentimiento de afinidad  humana, en el caso más afortunado, apoyándose meramente en la valoración de su utilidad. Comprenderéis ahora el doble significado del término " Campo de aniquilación", y veréis claramente lo que queremos decir con esta frase: yacer en el fondo.


Diré que creo que es a Lorenzo a quien debo el estar vivo, y no tanto por su ayuda material como por haberme recordado constantemente con su presencia, con su manera tan llana y fácil de ser bueno, que todavía había un mundo justo fuera del nuestro, algo y alguien todavía puro y entero, no corrompido ni salvaje, ajeno al odio y al miedo; algo difícilmente definible, una remota posibilidad de bondad, debido a la cual merecía la pena salvarse.
  Los personajes de estas páginas no son hombres. Su humanidad está sepultada, o ellos mismos la han sepultado, bajo la ofensa súbita o infligida a los demás. Los SS malvados y estúpidos, los Kapos, los políticos, los criminales, los prominentes grandes y pequeños , hasta los Häftlinge indiferenciados y esclavos, todos los escalones de la demente jerarquía querida por los alemanes, están paradójicamente em parentados por una unitaria desolación interna.
  Pero Lorenzo era un hombre, su humanidad era pura e incontaminada, se encontraba fuera de este mundo de negación. Gracias a Lorenzo no me olvidé yo mismo de que era un hombre.
  
Parte de nuestra existencia reside en las almas de quien se nos aproxima: he aquí por qué es no humana la experiencia de quien ha vivido días en que el hombre ha sido una cosa para el hombre. Nosotros tres fuimos en gran parte inmunes, y nos debemos por ello mutua gratitud, es por lo que mi amistad con Charles resistirá al tiempo.


PRIMO LEVI. SI ESTO ES UN HOMBRE*

*Sobre nosotros, desnudos, impotentes, inermes, unos hombres de nuestro tiempo procuraban su muerte recíproca con los más refinados instrumentos. El gesto de uno de sus dedos podía provocar la destrucción del campo entero, aniquilar a millares de hombres, mientras la suma de todas nuestras energías y voluntades no habría bastado para prolongar ni un minuto  la vida de uno solo de nosotros.





martes, 27 de febrero de 2018

La transmigración de las almas no tiene lugar después sino durante la vida.




" Hay algo misterioso en el hecho de que los paisajes, que al fin y al cabo no tienen ninguna culpa de tu existencia, que en cualquier caso no tienen nada que ver con ello y que seguramente no les importa, no obstante expresen algo de lo que sientes, pues si así no fuese tú no sentirás nada de lo que es"





" Silencio del desierto, cielo del desierto. Bajo la tenue luz de la lámpara de carburo veo su piel, de negro pálido, como su cuadro, del mismo tono crepuscular, como si detrás del negro se ocultara una vía láctea lejana e infinita. Respira sin hacer ruido. Aquí nada hace ruido. Creo que, si uno fuera capaz de sumergirse en el silencio absoluto, oiría hasta los granos de arena, la iguana del desierto, el viento en los matorrales spinifex, o en las balgas, esas plantas con su tronco coronado por un penacho, los árboles de la hierba. Eso en caso de que hiciera viento. He llegado a este lugar después de un largo viaje. Intento ahora verbalizar lo que pienso, pero no lo consigo. Quisiera hablar de mi cuerpo, de cómo he comprendido, mejor que nunca, que ha confluido con lo que llamo mi propio yo, y que eso es una experiencia única, pero me doy contra el borde de las palabras,  porque el éxtasis es inefable. Y sin embargo existe, y debe de ser algo parecido a lo que estoy viviendo: nunca he sentido la vida con tal intensidad.No tiene nada que ver con él o, mejor dicho, él no es más que una parte de eso; él pertenece a su mundo, mucho más de lo que yo he pertenecido jamás al mío, pero ahora todo es distinto, pues yo he logrado fundirme con el mundo, no sabría cómo expresarlo mejor. Almut es la única persona a quien me atrevería a contarle esta experiencia, aunque todavía no voy a hacerlo. Sé que no se reiría de mí, siempre hemos podido hablar de todo, pero aún no es el momento. Me he fundido con el silencio, con la arena, con el firmamento estrellado; sé que suena extraño todo esto, que no debería decir estas cosas, pero es que me siento por primera vez una persona única que sabe cuál es su sitio en el mundo. Nada puede sucederme ya. Sé eso tampoco debería decirlo, pero es así. No estoy loca sé de qué hablo. Sé también que Almut me comprendería. Aunque mi relación con este hombre dure poco, debo estar agradecida, porque gracias a él he dado alcance a mi sombra y eso es bueno para mí. Ahora estamos juntos él y yo, yo soy luz y oscuridad a la vez. Sé que si ahora mismo salgo fuera no veré ninguna luz, como ayer; no hay nada, salvo dos cosas, yo misma y todo lo demás, y  no importa ya que algún día me pierda en este mundo, lo he visto todo y lo he comprendido. Me he tornado intangible, soberana. Si fuera un instrumento musical, saldría de mí  la música más bella. Sé que no debo contarle a nadie esas cosas, y sin embargo todo lo que digo es verdad. He comprendido por primera vez el concepto medieval de armonía de las esferas. Contemplo el cielo, y no sólo veo las estrellas, las oigo. ¿ Quién habrá desterrado del mundo la idea  de los ángeles cuando yo sigo sintiéndolos a mi alrededor?(...) Desde aquí, tumbada en la arena del desierto, los oigo: una prodigiosa algazara en el silencio. Ángeles, iguana del desierto, serpiente de arco iris... los héroes de la creación. Todo encaja. He alcanzado mi destino. Y cuando me marche de aquí, no necesitaré llevarme nada. Ya lo llevo todo conmigo.

                                                                     Perdido en el paraíso, pags. 51-53



Tenía mil vidas y elegí una sola. 

CEES NOOTEBOOM