lunes, 13 de abril de 2015

LOS ACTOS



EL DESTINO NO ES UN LUGAR

El camino fue largo, y hubo niebla.
Pero existió el espacio. Mas ahora
se ha adensado esa niebla hasta tal punto
que el espacio es el muro que ya rozo.
En él me detendré, y cuando vuelva
los ojos tras de mí la misma niebla
me hará tentar de nuevo el mismo muro,
y si al cielo dirijo la mirada
para salvarme allí la negra niebla
me cegará los ojos, y así será
eso que habéis llamado el sueño eterno.


REVERSO DE LA MEJILLA RUBOROSA

  Y cuándo tú vendrás, y tendré yo la vida
que alguna vez creí que fuera mía,
y ahora sé bien que sólo en el vacío
que he llegado yo a ver, el punto de llegada
será en ti recibir, gran hueco misterioso,
la vida sin final, borrada la mejilla ruborosa,
la vida sin principio ni final.



MI HACEDOR

  Al fin le vi. Airado,
grité mi desconsuelo:

  Un Dios, tan indolente,
que deja su destino
en manos del Azar.


REFLEXIÓN SOBRE UN INCIDENTE

Ha llegado tu voz sin esperarla,
y aunque viene de Munich
ha cruzado un desierto interminable,
sin apenas fatiga,
y con el mismo acento de hace treinta años,
ahora que no hay rescoldos
y la ceniza es mucha, pero fría.
Hemos estando hablando, como si ayer,
en la ciudad que habito como un hueco fantasma,
nos hubiésemos visto y saludado.

  Percibo que la vida es más ajena
de lo que nunca pude sospechar.
Y este tedio de asomarse al espejo 
para ver que, el que miro,
debe de ser aquel que te amó tanto
y que, al igual que a ti,
lo siento muy extraño.
¿ Y quién es el que soy?
Ni siquiera habrá un día, en el futuro,
que alguien llegue a sentir, ni yo,
que aquel que fue, y estoy hablando del que hoy es,
es también un extraño.

  El poema, si uno tiene la fuerza de acabarlo,
da siempre la respuesta.

Francisco Brines. Poesía completa.



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