domingo, 27 de noviembre de 2016

Entrada la noche



  Había leído que al azar sólo le debemos  una cantidad muy limitada de encuentros- las mismas situaciones y los mismos rostros vuelven y se parecen a los trozos de cristales de colores de los los caleidoscopios con ese juego de espejos que da la ilusión de que las combinaciones pueden variar hasta el infinito. Pero se trata de combinaciones más bien limitadas.




  Me pregunto si la noche en que me atropelló el coche no volvía de acompañar a Hélène Navachine a coger el tren en la estación del Norte. El olvido acaba por roer lienzos enteros de nuestras vidas y, a veces, minúsculas secuencias intermedias. Y, en esa película antigua, el moho del celuloide trae consigo saltos en el tiempo y nos da la impresión de que dos acontecimiento que habían ocurrido con meses de intervalo han sucedido el mismo día, e incluso que fueron simultáneos. ¿ Cómo establecer una cronología mínima al ver cómo desfilan esas imágenes truncadas que se encabalgan en la confusión máxima de nuestra memoria o van sucediéndose, a veces despacio y a veces a trompicones, entre agujeros negros? Acaba por darme vueltas la cabeza.

Accidente nocturno. PATRICK MODIANO


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