UN ROSTRO
Un rostro frente a tus ojos que lo miran y por favor: que no haya mirar sin ver. Cuando miras su rostro- por pasión, por necesidad como la de respirar- sucede, y de esto te enteras mucho después, que ni siquiera lo miras. Pero si lo miraste, si lo bebiste como sólo puede y sabe una sedienta como tú. Ahora estás en la calle; te alejas, invadida por un rostro que miraste sin cesar, pero de súbito, flotante y descreída, te detienes, pues vienes de preguntarte si has visto su rostro. El combate con la desaparición es arduo. Buscas con urgencia en todas tus memorias, porque gracias a una simétrica repetición de experiencias sabes que si no lo recuerdas pocos instantes después de haberlo mirado este olvido significará los más desoladores días de búsqueda.
Hasta que vuelvas a verlo frente al tuyo, y con renovada esperanza lo mires de nuevo, decidida, esta vez, a mirarlo en serio, de verdad, lo cual, y esto también lo sabes, te resulta imposible, pues es la condición del amor que le tienes.
París, mayo de 1962PALABRAS
Se espera que la luvia pase. Se espera que los vientos lleguen. Se espera. Se dice. Por amor al silencio se dicen miserables palabras. Un decir forzoso, forzado, un decir sin salida posible, por amor al silencio, por amor al lenguaje de los cuerpos. Yo hablaba. En mí el lenguaje es siempre un tretexto para el silencio. Es mi manera de expresar mi fatiga inexpresable.
Siempre he sido yo la silenciosa
Ésta es ahora mi vida: mesurarme, temblar ante cada voz, temblar las palabras apelando a todo lo que de nefasto y de maldito he oído y leído en materia de formas de seducción.
1964
DEVOCIÓN
Debajo de un árbol, frente a la casa, veíase una mesa y sentados a ella, la muerte y la niña tomaban el té. Una muñeca estaba sentada entre ellas,indeciblemente hermosa y la muerte y la niña la miraban más que al crepúsculo, a la vez que hablaban por encima de ella.
- Toma un poco de vino- dijo la muerte.
La niña dirigió una mirada a su alrededor, sin ver, sobre la mesa, otra cosa que té.
-No veo que haya vino- dijo.
- Esc que no hay- contestó la muerte.
- ¿ Y por qué me dijo usted que había? - dijo.
- Nunca dije que hubiera sino que tomes- dijo la muerte.
- Pues entonces ha cometido usted una incorrección al ofrecérmelo- respondió la niña muy enojada.
- Soy huérfana. Nadie se ocupó de darme una educación esmerada- se disculpó la muerte.
La muñeca abrió los ojos.
1965
NIÑA EN EL JARDÍN
Un claro en un jardín oscuro o un pequeño espacio de luz entre hojas negras. Allí estoy yo, dueña de mis cuatro años, señora de los pájaros celestes y de los párajos rojos. Al más hermoso le digo:
- Te voy a regalar a no sé quién-
- ¿ Cómo sabes que le gustaré?- dice.
- Voy a regalarte- digo.
-Nunca tendrás a quien regalar un pájaro- dice el pájaro.
1966
La conciencia del fuego apagó la de la tierra. Mi visión del mundo se resuelve en un adiós dudoso, en un prometedor nunca.
Culpa por haberme ilusionado con el presunto poder del lenguaje.
Todo es un interio. Por tanto, el poema es incapaz de aludir hasta a las sombras más visibles y menos traídoras.
Hablar es comentar lo que place o disgusta. Lenguaje visceral constatador de los fantasmas de las apariencias.
Escribir no es más lo mío. Con solo nombrar alcoholes temibles, yo me embriagaba. Ahora- lo peor es ahora, no el miedo a un desastre futuro sino la de algún modo voluptuosa constatación del presente infuso de persencias desmoronadas y hostiles. Ya no es eficaz para mí el lenguaje que heredé de unos extraños. Tan extrajera, tan sin patria, sin lengua natal. Los que decían: " y era nuestra herencia una red de agujeros", hablaban, al menos, en plural. Yo hablo desde mí, si bien mi herida no dejará de coincidir con la de alguna otra supliciada que algún día me leerá con fervor por haber logrado, yo, decir que no puedo decir nada.
8 de agosto de 1971
Alejandra Pizarnik
Prosa completa
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