jueves, 11 de mayo de 2023

 


   Cuando muere, todo el mundo debe dejar algo detrás, decía mi abuelo. Un hijo, un libro, un cuadro, una casa, una pared levantada o un par de zapatos. O un jardín plantado. Algo que tu mano tocará de un modo especial, de modo que tu alma tenga algún sitio a donde ir cuando tú mueras, y cuando la gente mire ese árbol, o esa flor, que tú plantaste, tú estarás allí. " No importa lo que hagas-decía-, en tanto que cambies algo respecto a como era antes de tocarlo, convirtiéndolo en algo que sea como tú después de que separes de ellos  tus manos. La diferencia entre el hombre que se limita a cortar el césped y un auténtico jardinero está en el tacto. El cortador de césped igual podría no haber estado allí, el jardinero estará allí siempre."

RAY BRADBURY Fahrenheit 451




  Cómo vivir, me preguntó en una carta alguien

a quien yo tenía la intención de preguntarle

lo mismo.


De Gente en el puente, 1986. Wislawa Szymborska

1 comentario:

  1. Cuando vivimos, vamos dejando nuestras huellas vitales en los espacios habitables que recorremos (una foto, algún dibujo de acuarela, una felicitación escrita, un poema dedicado, una carta de amor, una caja con objetos para el recuerdo...). También se llenan a nuestro paso aquellos espacios inhabitables que conforman el ser y marcan la vida de los que se quedan y dan sentido a la pérdida (su mirada, la tímida sonrisa, el timbre de su voz y el ritmo acompasado de su caminar; la paz que se respiraba a su lado, las risas compartidas, las suaves caricias, el aroma de su piel, su sentido de la justicia...). Y es esa huella en los espacios inhabitables de la memoria la que justifica la vida frente al olvido.

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