lunes, 13 de octubre de 2014

KARL OVE

1

" Entender el mundo equivale a colocarse a cierta distancia de él. Lo que es demasiado pequeño para verlo a simple vista, como las moléculas, lo ampliamos; lo que es demasiado grande, como el sistema de las nubes, los deltas de los ríos, las constelaciones, lo reducimos. Cuando lo tenemos al alcance de nuestros sentidos, lo fijamos. A lo fijado lo llamamos conocimiento. Durante toda nuestra infancia y juventud nos esforzamos por establecer la distancia correcta de cosas y fenómenos. Leemos, aprendemos, experimentamos, corregimos. Y un día llegamos a un mundo en el que se han fijado todas las distancias necesarias y establecido todos los sistemas. Es entonces cuando el tiempo empieza a correr más deprisa. El tiempo ya no se encuentra con obstáculos, todo está fijado, el tiempo fluye a través de nuestras vidas, los días desaparecen a toda velocidad, antes de suspirar hemos llegado a los cuarenta años, a los cincuenta, a los sesenta... El sentido requiere plenitud, la plenitud requiere tiempo, el tiempo requiere resistencia. El conocimiento es igual a distancia, el conocimiento es estancamiento y enemigo del sentido. La imagen que tengo de mi padre de aquella tarde de 1976 es, en otras palabras, doble: por un lado veo como lo veía entonces, con los ojos del chaval de ocho años, imprescindible y aterrador, por otra lo veo como a alguien de mi misma edad, a través de cuya vida sopla el tiempo, llevándose consigo pedazos de sentido cada vez más grandes".





2

" Siempre he sentido una gran necesidad de estar solo, necesito ampliar superficies de soledad, y cuando no logro tenerlas, como ha sido el caso los últimos cinco años, la frustración llega a veces a ser desesperada o agresiva... La sensación de que el tiempo se me escapa de entre los dedos mientras hago... ¿qué?."





3

" Pero la felicidad no es mi objetivo, nunca lo ha sido, ¿ para qué sirve la felicidad? Tampoco la familia es mi objetivo...Hago por la familia lo que tengo que hacer, es mi deber. Lo único que me ha enseñado la vida es a soportarla, nunca a cuestionarla, y a quemar en la escritura los deseos generados. No tengo ni idea de dónde viene ese ideal, y cuando ahora lo veo escrito, negro sobre blanco, delante de mí, parece casi perverso: ¿ por qué la obligación antes que la felicidad? La cuestión sobre la felicidad es banal, pero no lo es la siguiente pregunta, la que trata del sentido..."




* Los textos pertenecen  a una novela que  hay que leer con tranquilidad, " La muerte del padre" de Karl Ove Knausgard ( º). Descarnada ( molesta para muchos tanta sinceridad).

Las imágenes... " El desencanto" de Jaime Chávarri, 1976. Han pasado tantos años y la película sigue dejando huella. Tremenda.

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