miércoles, 3 de marzo de 2021

  •   La duración de la vida humana es un instante en el espacio. Su sustancia, variable; las sensaciones, confusas. La composición de su cuerpo, algo fácilmente corruptible; su alma, una peonza; la fortuna, incierta, la fama, insegura. En resumen, todo lo relativo al cuerpo, un río; y lo que dimana del alma, un sueño, humo. La vida es lucha y peregrinaje por tierra extraña; la fama póstuma, olvido. ¿ Qué queda para acompañarnos?: una sola cosa, la filosofía. Es decir, mantener a nuestro genio interior, sin que sufra afrenta ni daño alguno, por encima de placeres y dolores, sin obrar al azar, al margen de falsedades y máscaras, sin preocuparse por lo que otra persona haga o deje de hacer, aceptando lo que pueda suceder o tocar en suerte, porque todo procede del mismo lugar de donde él mismo procede. Y sobre todo, que aguarde la muerte con entereza de ánimo, porque la muerte no supone sino la disolución de los elementos que constituyen un ser vivo. Si para estos elementos no resulta terrible estar en continuo cambio, ¿ por qué hemos de temer el cambio y la disolución del todo? Todo ello está regido por la naturaleza, y nada es malo si es conforme a la naturaleza.


                      No malgastes lo que te queda de vida en conjeturar sobre los demás, a no ser que tengas como objetivo el bien común; pues si te dedicas a imaginar qué hace la gente, por qué, qué dice, qué piensa, qué trama y cosas parecidas, dejarás de observar tu propia conciencia interior.   

... cada uno vive sólo el presente, un instante fugaz; el resto o ya se ha vivido o es incierto. Nuestra vida es insignificante, e insignificante también el cubículo  donde vivimos.       

No creas que las cosas son como las ven los insolentes ni como éstos quieren que tú las juzgues. Considéralas en su auténtica realidad.

_ ¿Tienes razón?
- Sí, la tengo.
_ Entonces, ¿ por qué no la empleas? Pues, si actúa como ella debe, ¿ qué más necesitas?     


Esto es todo lo que soy: un trozo de carne, un hálito vital, y una conciencia crítica.     
                    

      Meditaciones
     Marco Aurelio

                   

                    


 

1 comentario:

  1. La conciencia interior sólo asoma cuando lo humano y lo inhumano sobrepasan el pericardio y atraviesan el tejido vital, entonces, heridos de muerte, buscamos refugio en el otro con la esperanza de que sane nuestra alma.

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