sábado, 31 de diciembre de 2022


 Hay demasiado mundo. Cabría reducirlo antes que ampliarlo o expandirlo. Debería ser encerrado de nuevo, enlatado en un panóptico portátil, y permitirnos echarle un vistazo solo los sábados por la tarde, una vez concluido el trabajo cotidiano, la ropa interior limpia  y preparada, las camisas tiesas sobre el respaldo de las sillas, los suelos ya fregados y el bizcocho recién horneado enfriándose sobre el alféizar de la ventana. Mirarlo por un agujero, como en el Fotoplastikon de Varsovia, y admirarse ante cada detalle.

  Temo que, lamentablemente, sea demasiado tarde para ello.

  Por lo visto debemos aprender a vivir eligiendo. A ser como el viajero al que conocí en un tren nocturno. Decía que cada tanto necesitaba visitar el Louvre para detenerse ante el único cuadro, en su opinión, digo de ser visto. Plantarse ante el cuadro de Juan el Bautista y seguir con la mirada su dedo levantado.

OLGA TOKARCZUK. Los errantes




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