sábado, 31 de diciembre de 2022


 Hay demasiado mundo. Cabría reducirlo antes que ampliarlo o expandirlo. Debería ser encerrado de nuevo, enlatado en un panóptico portátil, y permitirnos echarle un vistazo solo los sábados por la tarde, una vez concluido el trabajo cotidiano, la ropa interior limpia  y preparada, las camisas tiesas sobre el respaldo de las sillas, los suelos ya fregados y el bizcocho recién horneado enfriándose sobre el alféizar de la ventana. Mirarlo por un agujero, como en el Fotoplastikon de Varsovia, y admirarse ante cada detalle.

  Temo que, lamentablemente, sea demasiado tarde para ello.

  Por lo visto debemos aprender a vivir eligiendo. A ser como el viajero al que conocí en un tren nocturno. Decía que cada tanto necesitaba visitar el Louvre para detenerse ante el único cuadro, en su opinión, digo de ser visto. Plantarse ante el cuadro de Juan el Bautista y seguir con la mirada su dedo levantado.

OLGA TOKARCZUK. Los errantes




martes, 27 de diciembre de 2022

                                           

                                                       UNA SENTENCIA DE CÉSAR

  Si nos dedicáramos de vez en cuando a examinarnos, y el tiempo que utilizamos en fiscalizar a otros y en conocer las cosas exteriores a nosotros, lo empleásemos en sondear en nuestro interior, nos percataríamos fácilmente de hasta qué punto toda nuestra contextura se compone de piezas débiles y deficientes. ¿ No es singular prueba de imperfección que no podamos fijar nuestra satisfacción en cosa alguna, y que ni siquiera con el deseo y la imaginación seamos capaces de elegir aquello que nos conviene? Tenemos una buena prueba de ello en la gran discusión que ha habido siempre entre los filósofos para encontrar el bien supremo del hombre, que todavía dura y durará eternamente sin solución y sin acuerdo:

mientras nos falta lo que deseamos, esto parece que supera a todo lo demás; cuando lo conseguimos, deseamos otra cosa tras ésta, y la misma sed nos atenaza. I Lucrecio

 Sentimos que nada de lo que cae en nuestro conocimiento y posesión nos satisface, y andamos embobados tras las cosas futuras y desconocidas, pues las presentes no nos sacian- a mi juicio no porque no tengan bastante con que saciarnos, sino porque la manera en que nos apropiamos de ellas es enfermiza y desordenada-:

Pues cuando vio que los mortales disponían de casi todo lo necesario, que los poderoso estaban colmados de riquezas, honor y gloria, y destacaban por la buena fama de sus hijos, pero que, en su intimidad, nadie dejaba de sentir angustia en su corazón, ni de tener el alma sumida en quejas, comprendió que el mal provenía del vaso mismo y que éste corrompía con su mal todo aquello que, recogido fuera, se introducía en él, incluso los bienes. II Lucrecio

 Nuestro deseo es indeciso e incierto; nada sabe poseer y nada sabe gozar rectamente. El hombre, considerando que se debe al vicio de las cosas que posee, se llena y nutre de otras cosas que ni sabe ni conoce, a las cuales aplica deseos y esperanzas, y a las cuales rinde honor y reverencia. Como dice César: " Debido a un vicio general de la naturaleza, ponemos más confianza y temor en las cosas que no hemos visto y que están ocultas y son desconocidas".

Michel de Montaigne. Los ensayos



La quimera del oro (1925)



domingo, 25 de diciembre de 2022

nuestras equivocaciones

 

                                       Cuentos de Tokio. 1953

                                                                    

        Y así, nuestras búsquedas, nuestros proyectos o trabajos nos quitan de ver los rostros que luego se nos aparecen como los verdaderos mensajeros de aquello mismo que buscábamos, siendo a la vez, ellos, las personas a quienes nosotros debiéramos haber acompañado o protegido.


 ¡Qué poco tiempo le dedicamos a los viejos! Ahora que yo también lo soy, cuántas veces en la soledad de las horas que inevitablemente acompañan a la vejez, recuerdo con dolor aquel último gesto de su mano y observo con tristeza el desamparo que traen los años, el abandono que los hombres de nuestro tiempo hacen de las personas mayores, de los padres, de los abuelos, esas personas a quienes le debemos la vida. Nuestra "avanzada" sociedad deja de lado a quienes no producen. ¡ Dios mío!, ¿ dejados a su soledad y a sus cavilaciones!, ¿ cuánto de respeto y de gratitud hemos perdido! ¿ Qué devastación han traído los tiempos sobre la vida, qué abismos se han abierto con los años, cuántas ilusiones han sido agostadas por el frío y las tormentas, por los desengaños y las muertes de tantos proyectos y seres que queríamos!


  Mientras les escribo, vuelve la imagen de mi madre, a quien dejé tan sola en sus últimos años. Hace tiempo escribí que la vida se hace en borrador, lo que indudablemente le da su trascendencia pero nos impide, dolorosamente, reparar nuestras equivocaciones y abandonos. Nada de lo que fue vuelve a ser, y las cosas y los hombres y los niños no son lo que fueron un día. ¡ Qué horror y qué tristeza, la mirada del niño que perdimos!


ERNESTO SABATO

 

sábado, 24 de diciembre de 2022

 

                                             EL próximo pueblo

 Mi abuelo solía decir: " la vida es asombrosamente corta. Ahora se comprime tanto en mi recuerdo que apenas comprendo cómo un hombre joven puede decidirse a cabalgar hasta el próximo pueblo sin temer- dejando aparte casualidades desgraciadas- que el tiempo de una vida normal y feliz pueda alcanzar para semejante viaje".


                                                      La partida

 Ordené que sacaran a mi caballo del establo. El criado no me entendió. Yo mismo fui al establo, ensillé al caballo y me monté. Oí cómo sonaba una trompeta en la lejanía, le pregunté qué significaba aquello. Él no sabía nada, no había oído nada. me detuvo en la puerta y me preguntó.

 - ¿ Hacia dónde se dirige, amo?

 - No lo sé- le respondí-, pero lejos de aquí, ante todo lejos de aquí, siempre lejos de aquí, sólo así podré alcanzar mi meta.

 - ¿ Entonces conoce su meta? -preguntó.

 - Sí- respondí-, y te lo he dicho, " lejos -de-aquí", ésa es mi meta.


FRANZ KAFKA. Cuentos completos 


Noches tranquilas.


                                     


                               Las uvas de la ira. John Ford. 1940


                           Los mejores años de nuestra vida.  William Wyler. 1946

sábado, 17 de diciembre de 2022

  


                                          Network, un mundo implacable (1976)


                                             La noticia ausente


Tienes razón , amigo, los ruiseñores

tampoco hoy son noticia en las portadas

de los periódicos del mundo.


Te diré lo que hoy viene en las portadas

de los periódicos del mundo:

los planes de los lobbys,

los veredictos interesados de las agencias rating,

los últimos gemidos de la crisis,

el alta voz del poder y de la ira,

la cizaña de las agitaciones programadas,

( "primaveras" ideológicas que acaban siendo inviernos,

pues traen la sangre

con que nuevas armas),

los crímenes aún sin resolver, 

y las guerras, siempre

las guerras:

las de las armas y las de las palabras,

y esa imagen siempre repetida

de una madre,

de una nueva Piedad que tiene a su hijo

muerto entre los brazos.


Aun así, esta noche de junio,

yo sé muy bien que existe una isla

donde los ruiseñores son noticia.

Calmos, en la espesura, no lejos de una fuente,

 cantarán hasta el alba

alzando al firmamento sus cabezas.


Acaso ellos sean todavía

el símbolo, la música, el mensaje

de un tiempo de esperanza.

¿ O acaso de un tiempo ya perdido?

La luz lunar enciende en sus picos

trinos de oro, un

 mensaje

sin sílabas.


Tenías razón, Seferis: todavía

los ruiseñores no nos dejan dormir

de felicidad pasajera

en los nocturnos de este tiempo

erizado, agónico.

Aunque no sea noticia en las portadas

de los periódicos del mundo.


ANTONIO COLINAS

Canciones para una música silente


Noches tranquilas, en familia.


                                          Luna nueva (1940) Howard Hawks



                                         El secreto de vivir (1936) Frank Capra


lunes, 12 de diciembre de 2022

 

  ¿ Qué presente puede hacerse la noche. Hecha sólo de sí misma, es absoluta, todo espacio le pertenece, se impone con su mera presencia, con la misma presencia del fantasma que sabes que está ahí frente a ti, aunque esté por todas partes, incluso a tus espaldas, y si te refugias en un pequeño espacio de luz de él quedará prisionero, porque a tu alrededor, como un mar que rodea tu pequeño faro, se halla la intransitable presencia de la noche.


Antonio Tabucchi. El tiempo envejece deprisa


                                                                            De noche

  Sumirme en la noche. Del mismo modo en que algunas veces se inclina la cabeza para pensar, sumirme por completo en la noche. Alrededor duermen los hombres. Pero es una pequeña comedia, una inocente ilusión, eso de que duerman en casas, en sólidas camas bajo techos seguros, estirados o acurrucados sobre los colchones, con sábanas y mantas; en realidad se han encontrado todos, un incontable número de personas, un ejército, un pueblo, como una vez antaño, y como lo harán en el futuro, en una zona desértica, un campamento al aire libre, bajo el frío cielo y sobre la fría tierra, arrojados donde habían permanecido en pie, la frente presionada contra el brazo, el rostro contra el suelo, respirando tranquilamente. Y tú despiertas, eres unos de los vigilantes, encuentras al próximo al atizar las brasas del montón de ramas secas a tu lado. ¿ Por qué velas? Uno debe velar, se dice. Uno tiene que hacer acto de presencia.

Franz Kafka. Cuentos completos.


                                            Jo, ¡ qué noche! (1985) Martin Scorsese


jueves, 17 de noviembre de 2022

 


En el instante en que los hombres dejen de forjar imágenes idolátricas se matarán unos a otros hasta el infinito. Cuándo alcanzarán este estadio no nos es posible entreverlo. Pero el resultado cierto del devenir histórico es que los hombres no pueden vivir sin ídolos, sin culto, sin la ceguera de la adoración. Sea reverenciando fantasmas religiosos o políticos, aturdidos por el simulacro de absoluto de un fetiche, de un dios o de un partido, necesitan inclinar su razón ante algo. No hay objeto o idea que no haya sido en el decurso de los tiempos, cuando menos por un instante, el fin supremo del pensamiento y del corazón. Todas las apariencias han ocupado por turno el lugar de la divinidad. El instinto de esclavitud que yace en cada criatura ha hecho de los aspectos de la creación realidades tiránicas ante las que ésta ha encorvado su orgullo. ¿ Ha habido un solo momento en la historia en el que no hubiera un jefe, un ideal, una quimera? Incluso las épocas de desagregación han transformado la decadencia en un mito, prosternándose ante su falta de futuro. Los incrédulos creen en el hecho de no creer; las dudas nutren tanto como las certezas. El hombre es el ser dogmático por excelencia. Nada soporta peor que el escepticismo estéril, universal, tolerante y amargo-sonriente. El hombre quiere sangre en todo lo que hace y espera, quiere sangre para tener la ilusión de que no se ha engañado, de que su ilusión es seria e indiscutible. Cuando la conversación, con su arte de rebajar las verdades y reducirlas a simples convenciones de la vida en común, amenaza con destruir los fundamentos de la seguridad cotidiana, entonces surgen los profetas, la multitud los sigue, y siguiéndolos toma las armas. Las discusiones cesan como por milagro, las verdades se instalan como para siempre, la ironía deviene fatal y peligrosa. La imagen idolátrica- con ayuda de la policía y de la ideología- suplanta a los antiguos reyes y emperadores, a las remotas leyendas y a los viejos señores.

Difícilmente podemos imaginarnos las jaurías humanas agolpadas de pronto sin ninguna superstición .  ¿ Qué ley, qué código, qué poder podría ocupar su lugar? Cuando el último becerro de oro sea destruido, ninguna fuerza podrá detener ya el caos. ¡ Más cuántos se regocijarán al contemplar la agonía del último ídolo!

                                

Viendo la maldad de los hombres y la absurdidad de los acontecimientos, hojeando las páginas de la historia, triste hasta la indecencia, llegas a alimentar esa nostalgia, representada por las ambiciones del espíritu: la nostalgia de la banalidad.

Extravíos

Emil Cioran


domingo, 30 de octubre de 2022







PRIMERA CARTA:

LO PEQUEÑO Y LO GRANDE


 HAY DÍAS en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Éste es uno de esos días.

  Y, entonces, me he puesto a escribir casi a tientas en la madrugada, con urgencia, como quien saliera a la calle a pedir ayuda ante la amenaza de un incendio, o como un barco que, a punto de desaparecer, hiciera una última y ferviente seña a un puerto que sabe cercano pero ensordecido por el ruido de la ciudad y por la cantidad de letreros que le enturbian la mirada.

  Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera. Les pido ese coraje que nos sitúa en la verdadera dimensión del hombre. Todos, una y otra vez, nos doblegamos. Pero hay algo que no falla y es la convicción de que- únicamente- los valores del espíritu nos pueden salvar de este terremoto que amenaza a la condición humana.

  El hombre está perdiendo el diálogo con los demás y el reconocimiento del mundo que lo rodea, siendo que es allí donde se dan el encuentro, la posibilidad del amor, los gestos supremos de la vida. Las palabras de la mesa, incluso las discusiones o los enojos, parecen ya reemplazadas por la visión hipnótica. La televisión nos tantaliza, quedamos como prendados de ella. Este efecto entre mágico y maléfico es obra, creo, del exceso de la luz que con su intensidad nos toma. Muchas veces me ha sorprendido cómo vemos mejor los paisajes en las películas que en la realidad.

El estar monótonamente sentado frente a la televisión anestesia la sensibilidad, hace lerda la mente, perjudica el alma.

Al ser humano se le están cerrando los sentidos, cada vez requiere más intensidad, como los sordos. No vemos lo que no tiene la iluminación de la pantalla, ni oímos lo que no llega a nosotros cargado de decibeles, ni olemos perfumes. Ya ni las flores los tienen.

El hombre se está acostumbrando a aceptar pasivamente una constante intrusión sensorial. Y esta actitud pasiva termina siendo una servidumbre mental, una verdadera esclavitud.

Pero hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse. No mirar con indiferencia cómo desaparece de nuestra mirada la infinita riqueza que forma el universo que nos rodea, con sus colores, sonidos y perfumes.

Está más a nuestro alcance un desconocido con el que hablamos a través de la computadora.



SEGUNDA  CARTA:

LOS ANTIGUOS VALORES


  Las sociedades desarrolladas se han levantado sobre el desprecio a los valores trascendentes y comunitarios y sobre aquellos que no tienen valor en dinero sino en belleza.

  La vida de los hombres se centraba en valores espirituales hoy casi en desuso, como la dignidad, el desinterés, el estoicismo del ser humano frente a la adversidad. Estos grandes valores, como  la honestidad, el honor, el gusto por las cosas bien hechas, el respeto por los demás, no eran algo excepcional, se los hallaba en la mayoría de las personas. ¿ De dónde se desprendía su valor, su coraje ante la vida?

  Si todo es relativo, ¿ encuentra el hombre valor para el sacrificio? ¿ Y sin sacrificio se puede acaso vivir? Los hijos son un sacrificio para los padres, el cuidado de los mayores o de los enfermos también lo es. Como la renuncia a lo individual por el bien común, como el amor. Se sacrifican quienes envejecen trabajando por los demás, quienes mueren para salvar al prójimo, ¿ y puede haber sacrificio cuando la vida ha perdido sentido para el hombre, o sólo lo halla en la comodidad individual, en la realización del éxito personal?

  Desde la perspectiva del hombre moderno, la gente de antes tenía menos libertad. Eran menores las posibilidades de elección, pero, indudablemente, su responsabilidad era mucho mayor. No se les ocurría, siquiera, que pudieran desentenderse de los deberes a su cargo, de la fidelidad al lugar que la vida parecía haberles otorgado.

 Algo notable es el valor que aquella gente daba a las palabras. De ninguna manera eran un arma para justificar los hechos. Hoy todas las interpretaciones son válidas y las palabras sirven más para descargarnos de nuestros actos que para responder por ellos.

  Cuando la cantidad de culturas relativiza los valores, y la globalización aplasta con su poder y les impone una uniformidad arrogante, el ser humano en su desconcierto, pierde el sentido de los valores y de sí mismo y ya no sabe en quién o en qué creer. 

 El mundo está perdiendo la originalidad de sus pueblos, la riqueza de sus diferencias, en su deseo infernal

" ¿ Es posible que a pesar de las invenciones y progresos, a pesar de la cultura, la religión y el conocimiento del universo, se haya permanecido en la superficie de la vida?" Tristemente con la nostalgia de los proyectos irrealizados, no nos queda más que responder afirmativamente a la pregunta de Rilke, porque la sabiduría es fidelidad a la condición humana. ¿ Qué ha puesto el hombre en lugar de Dios? No se ha liberado de cultos y altares. El altar permanece, pero ya no es el lugar del sacrificio y la abnegación, sino del bienestar, del culto a sí mismo, de la reverencia a los grandes dioses de la pantalla.

El sentimiento de orfandad tan presente en este tiempo se debe a la caída de los valores compartidos y sagrados. Si los valores son  relativos, y uno adhiere a ellos como a la reglamentaciones de un club deportivo, ¿ cómo podrán salvarnos ante  la desgracia o el infortunio?

CUARTA CARTA:

LOS VALORES DE LA COMUNIDAD


Asistimos a una quiebra total de la cultura occidental. El mundo cruje y amenaza con derrumbarse, ese mundo que para mayor ironía es el resultado de la voluntad del hombre, de su prometeico intento de dominación.

A cada hora el poder del mundo se concentra y se globaliza. La masificación  ha hecho estragos, ya es difícil encontrar originalidad en las personas y un idéntico proceso se cumple en los pueblos, es la llamada globalización.

Esta crisis no es la crisis del sistema capitalista, como muchos imaginan: es la crisis de toda una concepción del mundo y de la vida basada en la idolatría de la técnica y en la explotación del hombre.


Muy a menudo compruebo que todo es opinable, y alguien que comenzó antes de ayer puede hablar tanto como otro cuya trayectoria está largamente probada en la vida del país. Y su opinión llega a ser clasificatoria, y no tiene siquiera que demostrarse. La llamada opinión pública es la suma de lo que se le ocurre a quienes, en esos minutos, pasan ocasionalmente por la esquina elegida, y conforman el mínimo universo de una encuesta que, sin embargo, saldrá a grandes titulares  en los diarios y los programas de televisión. Las preguntas que suelen hacerse es de una torpeza que pondrían frenético a Sócrates, que las colocó en el lugar de quien ayuda a dar a luz. Todo pasa y todas las perspectivas son válidas. Lo mismo Chicho que Napoleón, Cristo que el Rey de Bastos. No se piensa en futuro, todo es de coyuntura.

Otra consecuencia de este estado de cosas es la sobrevaloración de la diversión. Los programas " divertidos" tienen mucho rating - y el rating es lo supremo-, no importa a costa de qué valor, ni quién lo financia. Son esos programas donde divertirse es degradar, o donde todo se banaliza. Como si habiendo perdido la capacidad para la grandeza, nos conformáramos con una comedia de regular calidad. Esta desesperación por divertirse tiene sabor a decadencia.


Nuestra civilización ha tomado un tipo de bienestar como el " debe ser" de la vida, fuera del cual no hay salvación. Este objetivo es logrado por el miedo, y por la incapacidad que tienen hoy los hombres de vivir los momentos duros, las situaciones límites, los obstáculos. En especial, se tiene miedo al fracaso. Se oculta cualquier avería en el bienestar, pues enseguida se teme la exclusión, quedar eliminado de la existencia como un equipo de fútbol lo estaría de un campeonato. Tal es la dificultad que tiene el hombre actual de superar las tormentas de la vida, de recrear la existencia después de las caídas.


ERNESTO SABATO. LA RESISTENCIA




  En la vida de hoy, el mundo sólo pertenece a los estúpidos, a los insensibles y a los agitados. El derecho a vivir y a triunfar se conquista hoy con los mismos procedimientos con que se conquista el internamiento en un manicomio: la incapacidad de pensar, la amoralidad y la hiperexcitación.

Fernando Pessoa

                                                          El gran carnaval (1951)


lunes, 10 de octubre de 2022

       

                                                 XXIX

                                 ( La noche de Las Perseidas)


Tal vez sea esta noche

( cuando el llano fluye, entrega

al mar de agosto

su negrura)

cuando todo adquiera

sentido ( ¿ o acaso sinsentido).


Sólo al volver los ojos hacia arriba;

hacia el pozo de lágrimas

que habitan Las Perseidas

(pretendemos dar nombre

al Misterio

para, inútilmente, apresarlo )

todo tiene, al fin, 

un tremendo y único sentido.


¿ Vivimos engañados?

¿ El firmamento es otra caverna,

inmensa y sin fondo, de Platón?

Parece que la noche está aquí abajo

y no en los prados  

celestes de allá arriba.

Arriba todo es luz, atomizada

en secretos preciosos jamás revelados,

en estrellas que estallan

creando esperanza en los humanos

y a la vez deshaciéndola,

en las miradas de ojos-esquirlas

que nos controlan,

pero que no nos dicen nada,

nunca nos dicen nada.


¿ Aquí abajo sólo es la realidad

lo negro, cuanto muere?

¿ Y lo blanco?

            ¿ Y el oro del amor'

¿ Y qué sentido tienen nuestra ansias

de infinito?

Lo blanco es una luz

que huye hacia arriba,

y se parte, y se desgarra,

y luego, en las noches

más hermosas de agosto,

un siglo y otro siglo

deja caer sus lágrimas.


Alguien está llorando allá arriba

por lo que no sabemos

por lo que aún no somos. 

Por nosotros.


Antonio Colinas. Canciones para una música silente.


                                            La noche estrellada de Van Gogh


Hay un lugar hacia el que podemos volver los ojos cada día y reconocer lo misterioso, el más allá: el firmamento estrellado. Es ésta una contemplación que manifiesta el eterno afán de trascendencia. Estamos ante una verdad tópica, demasiado evidente. Pero resulta que vivimos en unos tiempos en los que hasta lo más evidente es invisible. Hoy apenas miramos el universo estrellado y, si alzamos los ojos hacia él, no lo vemos.

Antonio Colinas. TRES TRATADOS DE ARMONÍA

sábado, 20 de agosto de 2022

 

ARMONÍA EN EL BOUDOIR


Después de varios años de matrimonio, él se pone al pie de la cama y le dice a su esposa que jamás le conocerá, que en todo lo que dice hay más que no dice, que detrás de cada palabra que pronuncia hay otra palabra, y cientos más detrás de ésa. Todas esas palabras impronunciadas, le dice, encierran su verdadero ser, que ha sido traicionado por la personalidad superficial que está delante de ella. " Así que ya lo ves", le dice, quitándose las zapatillas, " soy más de lo que te he hecho creer que soy". " Ah tonto", le dice su esposa, " claro que lo eres. Resulta que sólo pensar que tengas tantas personalidades perdiéndose en la nada es muy emocionante. Nada puede agradarme más que apenas existas tal cual eres"


Mark Strand

 Casi invisible



domingo, 14 de agosto de 2022

El Niño Cinco Mil Millones

 

 


En un día del año 1987 nació el niño Cinco Mil Millones. Vino sin etiqueta, así que podía ser negro, blanco, amarillo ,etc. Muchos países, en ese día, eligieron al azar un niño Cinco Mil Millones para homenajearlo y hasta para filmarlo y grabar su primer llanto.

 Sin embargo, el verdadero niño Cinco Mil Millones no fue homenajeado ni filmado ni acaso tuvo energías para su primer llanto. Mucho antes de nacer, ya tenía hambre. Un hambre atroz. Un hambre vieja. Cuando por fin movió sus dedos, éstos tocaron la tierra seca. Cuarteada y seca. tierra con grietas y esqueletos de perros o de camellos o de vacas. También con el esqueleto del niño 4.999.999.999.

 El verdadero niño Cinco Mil Millones  tenía hambre y sed, pero su madre tenía más hambre y más sed y sus pechos oscuros eran como tierra exhausta. Junto a ella, el abuelo del niño tenía hambre y sed más antiguas aún y ya no encontraba en sí mismo ganas de pensar o de creer.

 Una semana después el niño Cinco Mil Millones era un minúsculo esqueleto y en consecuencia disminuyó en algo el horrible riesgo de que el planeta llegara a estar superpoblado.

CUENTOS COMPLETOS

Benedetti

Sólo una cosa no hay. Es el olvido

JORGE LUIS BORGES

lunes, 8 de agosto de 2022

 



 Yo había abandonado Londres durante aquellos meses para retirarme al campo, en Bath. En toda mi vida no había sentido de un modo más cruel la impotencia del hombre frente a los acontecimientos mundiales. He aquí a un hombre despierto, pensante, que trabajaba al margen de la política, consagrado a su trabajo y dedicado, tranquilo y tenaz, a transformar sus años en obras. Y allá, en algún lugar, invisibles, una docena de otros hombres, a los que no conocía ni había visto nunca, unos cuantos en la Wilhelmstrasse de Berlín, otros en el Quai d´ Orsay de París y otros más en el Palazzo Venezia de Roma y en Downing Street de Londres, esos diez o veinte hombres, muy pocos de los cuales habían demostrado hasta el momento una sensatez y una habilidad especiales, hablaban, escribían, telefoneaban y pactaban cosas que los demás no sabíamos. Tomaban decisiones en las que no teníamos arte ni parte y de cuyos detalles no legábamos a enterarnos, y, sin embargo, disponían así, irrevocablemente, de mi vida y de la de todos los europeos. Mi destino estaba en sus manos y no en las mías. Nos aniquilaban o nos perdonaban la vida; a nosotros impotentes, nos concedían la libertad o nos esclavizaban, decidían la guerra o la paz para millones de seres. Y heme a mí sentado en mi habitación, como todos los demás, indefenso como una mosca, impotente como un caracol, mientras estaba en juego mi muerte o mi vida, mi "yo" más íntimo y mi futuro, los pensamientos que se formaban en mi cerebro, lo proyectos nacidos o todavía por nacer, mi sueños y mi vigilia, mi voluntad, mis bienes, todo mi ser. Heme sentado sentado, esperando con ansiedad y la vista fija en el vacío, como un condenado en su celda, encerrado entre cuatro paredes y encadenado en una espera absurda y lánguida, y los compañeros de cautividad preguntando a diestra y siniestra, aconsejando y charlando, como si ninguno de nosotros supiera o pudiera saber cómo y qué decidirían respecto a nosotros. Sonaba el teléfono y un amigo me preguntaba qué opinaba. Tenía ante mí el periódico, que me desconcertaba más aún. Escuchaba la radio y un comentario contradecía el anterior. Salía a la calle y la primera persona con la que tropezaba me pedía la opinión, a mí, tan ignorante como ella: ¿ habría guerra o no? Y yo , en mi ansiedad, también preguntaba, hablaba, charlaba y discutía, aún sabiendo de sobra que todo conocimiento, toda experiencia y toda previsión adquiridas o inculcadas a lo largo de los años eran fútiles ante las decisiones de aquella docena de extraños y que, por segunda vez en el transcurso de veinticinco años, me encontraba de nuevo sin fuerza ni voluntad frente al destino y los pensamientos  latían vacíos de sentido en mis doloridas sienes. Al final no pude soportar la gran ciudad por más tiempo, porque en cada esquina los posters, los carteles pegados, me acometían con palabras chillonas como perros hostiles, y también porque, sin querer, podía leer los pensamientos en la frente de los miles de seres que pasaban por mi lado como una exhalación. Y, en realidad, todos pensábamos lo mismo, pensábamos únicamente en el "sí" o el "no", en el negro o el rojo de la jugada decisiva en la que, en mi caso, se apostaba mi vida entera, los últimos años que el destino me reservaba, mis libros no escritos, todo lo que hasta entonces había considerado mi misión y daba sentido a mi vida.

  Pero la bolita, con una lentitud exasperante, daba vueltas indecisa de un lado para otro en la ruleta de la diplomacia. De aquí para allá, de allá para aquí, negro y rojo, rojo y negro, esperanza y desencanto, buenas y malas noticias, y nunca la última, la decisiva. "¡ Olvida!", me decía a mí mismo. " Huye, refúgiate  en la espesura más íntima de tu ser, en tu trabajo, ahí donde sólo eres tu "yo" anhelante, no un ciudadano, no el objeto de ese juego infernal, ahí, el único lugar donde la poca razón que te queda  todavía puede actuar con sensatez en un mundo que ha enloquecido".


Stefan Zweig

El mundo de ayer

Memorias de un europeo



                                              Senderos de gloria (1957)

lunes, 18 de julio de 2022

 


¿ Qué es lo que  hace a la vida digna de vivirse?

  Ningún niño se hace esta pregunta. Para los niños, la vida es obvia. La vida existe por su cuenta, no importa si es buena o mala. Es así porque ellos no ven el mundo, no contemplan el mundo, no reflexionan sobre el mundo, pero están tan dentro de él que no distinguen entre el mundo y ellos mismos. Cuando por fin ocurre, cuando surge una distancia entre lo que son ellos y lo que es el mundo, se plantea la pregunta: ¿ qué es lo que hace que la vida merezca la pena vivirse?

  ¿ Es la sensación de bajar la ventanilla para abrir la puerta, notar cómo gira hacia dentro o hacia fuera sobre sus goznes, siempre dispuesta y accesible, y hallarse en otra estancia?

  Sí, la puerta se abre como un ala, y solo eso hace que la vida merezca la pena vivirse.

  Si has vivido muchos años, la puerta es obvia, el jardín es obvio, el cielo y el mar son obvios, incluso la luna que cuelga, iluminando los tejados por la noche, es obvia. El mundo es obvio, pero nosotros no escuchamos, y como ya no nos encontramos en sus profundidades ni lo experimentamos como una parte de nosotros mismos, es como si desapareciese. Abrimos la puerta, pero no significa nada, simplemente es algo que hacemos para ir de una estancia a otra.


Karl Ove                 En otoño


 Para una noche de verano  



                                                                       

jueves, 23 de junio de 2022

En mitad de la vida estamos en la muerte

  

  



La vida cambia deprisa.

La vida cambia en un instante.

Te sientas a cenar y la vida que conocías se acaba.

La cuestión de la autocompasión.


La vida cambia en un instante.

El instante normal.


El dolor por la muerte de un ser querido, cuando llega, no es en absoluto como esperamos que sea. No fue lo que sentí al morir mis padres. Lo que yo sentí en ambos casos fue tristeza, soledad ( esa soledad del hijo abandonado a la edad que sea), pesar por el tiempo pasado, por las cosas nunca dichas, por mi incapacidad para compartir o incluso para admitir de ninguna forma real, al final, el dolor, la impotencia y la humillación física que los dos experimentaron. Yo entendí que las muertes de ambos eran inevitables. Llevaba mi vida  entera esperando aquellas muertes ( temiéndolas, teniéndoles terror, imaginándomelas). Cuando por fin tuvieron lugar, se quedaron a cierta distancia, separadas de la cotidianidad de mi vida. Tras la muerte de mi madre recibí una carta de un amigo de Chicago, un antiguo sacerdote de la sociedad Maryknoll que intuía con exactitud lo que yo estaba sintiendo. La muerte de un progenitor, me escribió, " a pesar de lo preparados que estemos y ciertamente a pesar de la edad que tengamos, descoloca las cosas que tenemos muy adentro, desencadena unas reacciones que nos sorprenden y que pueden liberar recuerdos y sensaciones que creíamos olvidados largo tiempo atrás .Durante ese periodo indeterminado que denominamos duelo, es como si estuviéramos en un submarino, en silencio  sobre el lecho oceánico, sintiendo las cargas de profundidad, a veces cercanas y a veces lejanas, que nos azotan con recuerdos".


  Sé por qué intentamos mantener con vida a los muertos: intentamos mantenerlos con vida para tenerlos con nosotros.

  También sé que si queremos seguir vivos llega un momento en que tenemos que dejar ir a los muertos, dejarlos ir, dejarlos muertos.

  Dejar que se conviertan en la fotografía de la mesa.

  Dejar que se los lleve el agua.

  Saber esto no hace que me resulte más fácil dejar que se lo lleve el agua.


JOAN DIDION. El año del pensamiento mágico.


 

 recuerdos:

aquellos partidos de tenis con sus hijos los domingos,

aquellas navidades con sus nietos,

y siempre con su mujer.

Cuál es mi fotografía. 



martes, 7 de junio de 2022

Los que viven de prestado no tienen sentido de la realidad

 


 La mayoría de la gente construye tal como vive: por una cuestión de rutina y azar sin sentido. Sin embargo, pocos entienden que construir es un gran símbolo. Vivimos en nuestra mente, y la existencia es el intento de  llevar esa vida a la realidad física, a declararla en un gesto y una forma. Para el hombre que entiende esto, la casa que posee es una declaración de su vida. Si no construye, cuando tiene los medios para hacerlo, es porque su vida no ha sido lo que quería.


                                                El manantial ( 1949). Es una película dirigida por

                                               King Vidor con Gary Cooper, Patricia Neal, Raymond Massey...


    -Hace miles de años, un primer hombre descubrió cómo hacer fuego. Es probable que fuese quemado en la hoguera que había enseñado a sus hermanos a encender. Lo consideraron un malhechor que estaba en tratos con un demonio al que la humanidad tenía pavor. Pero, desde entonces, el hombre tuvo fuego para calentarse, para cocinar sus alimentos, para iluminar sus cuevas. Les dejó un regalo que no habían concebido y que levantó la oscuridad de la tierra. Siglos después, un primer hombre inventó la rueda. Es probable que fuese descoyuntado en el potro de tortura que había enseñado a sus hermanos a construir. Lo consideraron un transgresor que se había aventurado en territorio prohibido. Pero, desde entonces, el hombre pudo viajar y traspasar cualquier horizonte. Les dejó un regalo que no habían concebido y abrió los caminos del mundo.

 - Ese hombre insumiso y pionero, está en el primer capítulo de cualquier leyenda que la humanidad haya documentado sobre sus comienzos. Prometeo fue encadenado a una roca  y devorado por los buitres porque había robado el fuego de los dioses. Adán fue condenado a sufrir porque había comido el fruto del árbol del conocimiento. Cualquiera que sea la leyenda, en algún lugar entre las sombras de su memoria, la humanidad supo que su gloria empezó con uno, y que ese uno pagó por su valentía.

 - A lo largo de los siglos, hubo hombres que dieron los primeros pasos por nuevos caminos, sin más pertrechos que su propia imaginación. Sus objetivos diferían, pero todos tuvieron en común que ese paso era el primero, que el camino era nuevo, que la imaginación no era prestada y que la respuesta que recibieron era el odio. Los grandes creadores, los pensadores, los artistas, los científicos, los inventores se enfrentaron solos a los hombres de su tiempo. Se reaccionó contra cada gran nuevo pensamiento. Se condenó cada gran nuevo invento. El primer motor se condenó ridículo. El avión se consideró imposible. La tejedora se consideró pecaminosa. pero los hombres cuya imaginación no era prestada siguieron adelante. Lucharon, sufrieron y lo pagaron. Pero ganaron.

 - El hombre no puede sobrevivir si no es por medio de su mente. Llega a la tierra desarmado. Su cerebro es su única arma. Los animales obtienen la comida por medio de la fuerza. El hombre no tiene garras, colmillos, cuernos ni una gran fuerza muscular. Debe cultivar su alimento o cazarlo. Para cultivarlo, necesita un proceso de pensamiento. Para cazarlo, necesita armas, y para hacer armas, un proceso de pensamiento. Desde la necesidad más básica a la abstracción religiosa más elevada o desde la rueda al rascacielos, todo lo que somos y todo lo que tenemos viene de un único atributo del hombre: la función de su mente pensante.

 - Pero la mente es un atributo del individuo. No existe el cerebro colectivo. No existe el pensamiento colectivo. Un acuerdo alcanzado por un grupo de personas es sólo una concesión o una media obtenida a partir de muchos pensamientos individuales. Es una consecuencia secundaria. El acto primigenio, el proceso de pensamiento, lo debe realizar cada hombre en solitario. Podemos dividir una comida entre muchos hombres, pero no podemos digerirla en un estómago colectivo. Nadie puede usar sus pulmones para respirar por otra persona. Nadie puede usar su cerebro para pensar por otra persona. Todas las funciones del cuerpo y el espíritu son privadas. No se pueden compartir ni transferir.

AYN RAND. EL MANANTIAL


Cuando  suspendes  tu facultad de pensar de forma independiente, suspendes tu conciencia. Detener la conciencia es detener la vida. ( AYN RAND)

viernes, 3 de junio de 2022

El mundo, dicen, es un espejismo.

 




  Tal como están las cosas, estamos acribillando nuestras vidas, devorando experiencias sin digerirlas, tan rápido como es posible acumularlas, porque la percepción de nuestra existencia es tan estrecha y superficial que nada parece más aburrido que el propio ser. Si yo le pregunto a usted  qué hizo, vio, oyó, olió, tocó y saboreó ayer, es posible que no obtenga más que una ligera silueta de las cosas que usted notó; sólo esas que usted pensó que valía la pena recordar.  ¿Puede sorprendernos que una existencia así experimentada parezca tan vacía y desnuda que despierte un hambre insaciable hacia el infinito futuro? Supongamos, en cambio, que usted me respondiera de otro modo: " Me tomaría una eternidad decírselo y me encuentro muy interesado en lo que está ocurriendo ahora". ¿ Pues cómo es posible que un ser dotado de joyas sensitivas como los ojos, hechiceros instrumentos musicales  como los oídos, arabescos fabulosos como los nervios que constituyen el cerebro, pueda experimentarse a sí mismo como algo menos que un Dios? Cuando usted considera que este organismo suyo, incalculablemente sutil, es inseparable de las estructuras aún más maravillosas del medio ambiente, desde un minúsculo circuito eléctrico hasta la completa compañía de las galaxias... ¿ Es concebible que esta encarnación de toda la eternidad pueda estar aburrida de ser?

ESTO

Así como el humor genuino consiste en reírse de uno mismo, la verdadera humanidad es el autoconocimiento. Hay otras criaturas que pueden amar y reír, hablar y pensar, pero parece constituir una particularidad especial de los humanos el poder de reflexión: ellos piensan sobre el pensar, y saben que saben.

El autoconocimiento conduce al asombro, y el asombro a la curiosidad y a la investigación; así es que nada interesa a la gente más que lo humano, aunque sólo se trate del propio cuerpo. Todo individuo inteligente quiere conocer lo que le llama la atención, pero al mismo tiempo le fascina u le frustra el hecho de que él mismo es, de todas las cosas, la más difícil de conocer.

LA INFORMACIÓN  CONFIDENCIAL

¿ Qué debe saber una persona joven para esta bien informada sobre la vida? En otras palabras. ¿ Existe algún tipo de información confidencial, secreto profundo o tabú especial que la mayoría de los padres y educadores no quieran, o no puedan enseñar?

Alan Watts. El LIBRO del TABÚ

Para Pedro



miércoles, 20 de abril de 2022

 



RECONOCIMIENTO


Frágiles son las alas del tiempo que has vivido. Frágiles y difusas como esbozos trazados al borde mismo de la desmemoria, como indistintas trazas de ceniza que el viento arrastra y disemina por un solar desierto. Su vuelo es una interminable progresión de incertezas que abarca desde un extremo del pasado hasta ese otro extremo al que no llega nunca el porvenir. Entre lo alejadizo y lo contiguo se intercalan los ecos, los barruntos de lo que aconteció en sucesivos plazos inmanentes y lo que en absoluto pudo nunca ocurrir. ¿ Te reconoces de algún modo en esos obstinados extravíos, sabes que eres aquel que ayer mismo dudaba de seguir siendo hoy quien lo pregunta? Se atenúan las brumas a medida que vas atravesando los parajes difíciles del tiempo y alcanzas finalmente a adivinar una salida, una constancia sosegante, una inmersión fugaz en el pretérito. Más allá del amago de sombra que antecede al vacío, perseveran los últimos recuerdos, esos registros instintivos cuya certeza se computa por la reiteración de los errores. Falta la vida, asiste lo vivido. Todo lo transitorio concierne a ese eslabón de la memoria que restaura las cláusulas esquivas del pasado. Lo demás acabará internándose por los mismos atajos que recorre el olvido.


QUE TRATA  DE LOS SEDENTARIOS


Semejante a las memorias de viajes es el trazado de la vida. Un difuso registro de secuencias se van escalonando en la imaginación con una minuciosa arbitrariedad. Hechos vividos y hechos desvividos en las marañas mortuorias de los años, recobran de improviso una insegura realidad apenas razonable, adosada a geografías inconexas, espacios de inciertas toponimias, sinestesias urbanas difícilmente reconocibles. Allí se modifican y entrelazan escenarios donde alguna vez estuve, pero donde tal vez no estuve nunca, mientras que comparecen en la imaginación bellezas transitorias que supuse perennes, las mismas que en los rincones circunvecinos va devorando el imán inhumano de los errabundos. Todo deviene en irreal. Los puntos cardinales sólo en los mapas cumplen su oficio de tinieblas. Nunca podrás circunscribir el viaje a la vida si no estás previamente adiestrado en el oficio de la incertidumbre.

J.M Caballero Bonald

Desaprendizajes


La carencia de dudas vertebra el catecismo del dogmático.

jueves, 7 de abril de 2022

 






                                                         CASUS BELLI


No pocos de esos lugares preclaros en los que alguna vez estuviste, son ya pasto de la barbarie, piedra despedazada, foco de mortandad. ¿ Qué ocurrió con la historia, con sus consentimientos y hermosuras? ¿ Quién tramó esa maldita progresión de desmanes que mudaron la propiedad de la belleza por un montón de escombros que habrían de convertirse, amén de en la constancia del horror, en moneda de cambio para mercaderes? Bagdad, Damasco, Alepo, Kabul, Beirut, Dubrovnik, Sarajevo, símbolos venerables de un mundo que ya nació imbatible, yacen desvencijados sobre ese mapa nauseabundo urdido por falsarios y truhanes. Circulan las imágenes de descalabros tantos y tú actúas no más como  el atónito, el despavorido observador que vuelve al sitio aquel donde ya no hay sitio alguno. ¿ En qué sala de juntas programaron esa calamidad, a qué humana inmundicia remite esa calamidad? Portadores de  cetros, mitras, talonarios, libros sagrados, se reúnen a orillas del río de la muerte y calculan el rédito empresarial del exterminio. Lo demás es ya sangre pensativa, cadáver insepulto, desmantelado albergue del terror.

J.M. Caballero Bonald

Desaprendizajes 


La vida que se va deja un soplo en medio de la mano que es inútil besar.

JUAN GELMAN


sábado, 12 de marzo de 2022

sensibilidad

 


XII


  El hombre convive con su cuerpo, pero no lo conoce. Al menos no de un modo exhaustivo. Un hombre y su cuerpo son realidades distintas. Seguramente eso es lo que permite comprender la esencia última del dolor, que no es otra cosa que el desgarro que produce la indiferencia del cuerpo hacia uno mismo. Un dolor de muelas, obstinado y sordo a nuestro deseo, basta para advertir semejante drama. Y seguramente también eso es lo que permite a un ser humano conservar su nombre, su dignidad, aquello que más íntimamente posee, cuando su cuerpo, en la enfermedad, la mutilación o la vejez, ya no le pertenece.

  Para entender lo que es un hombre no basta con tomar nota de las partes que lo conforman. No basta con escribir: " Kurt Crüwell es la suma de sus dos piernas, su sistema límbico, su intestino, su pituitaria y sus gónadas". Hay algo en el todo del hombre que se resiste a ser contemplado a través de la mera adicción de partes que lo componen. Suponer que esas partes mantienen una vida independiente del hombre que la reúne, implica algo más que una metáfora. En el sexo, cuando el cuerpo se impone y el hombre se ve desbordado por su propia materialidad, o en el esfuerzo físico extremo, cuando los pulmones no responden a la exigencia que de ellos se espera y, por ejemplo, un corredor se derrumba antes de alcanzar la meta, tal evidencia resulta incuestionable.

  De ese modo, el cuerpo lleva, hasta cierto punto, una vida independiente de la inteligencia que lo habita, y por eso filósofos y escritores, sin por ello apelar a instancias míticas o refugiarse en el oscurantismo de la religión, pueden seguir pronunciando palabras como alma o autoconciencia. Un hombre sin cuerpo puede  saberse a sí mismo. Un hombre que ve su cuerpo desmembrarse, quemarse, empodrecerse, no por ello deja de ser hombre.

  No es menos obvio, sin embargo, que el cuerpo, en la vida práctica, es la frontera que se levanta entre cualquier hombre y sus iguales, o entre cualquier hombre y el lugar donde su tiempo transcurre: el mundo. Porque el hombre siente y conoce el mundo, fundamentalmente, a través de su cuerpo.

  Ante las agresiones del mundo, el cuerpo se protege. Un bacilo activa sus defensas; un chaparrón eriza  el vello en brazos, nuca y piernas; un alimento envenenado afloja los esfínteres. Pero ¿ y el horror? ¿ Cómo reacciona el cuerpo de un hombre ante la presencia del horror? Grita , sí. Y hace que el corazón bombee más sangre, sí. O, por el contrario, paraliza sus músculos para no ser agredido. El espectro de respuestas que el horror genera en el cuerpo es amplísimo. El cuerpo sorprende entonces por su plasticidad. Hay cuerpos que se atenazan y cuerpos que se liberan; hay cuerpo que se arrastran y cuerpos que se elevan; hay cuerpos que interrogan y cuerpos que responden. ¿ Pero puede un cuerpo dimitir de la realidad? ¿ Puede un cuerpo ante la agresión del mundo, ante la fealdad del mundo, ante el horror del mundo, sustraerse a sus funciones, negarse a seguir siendo cuerpo, suspender sus razones, abdicar de ser lo que es;  esto es, abdicar de ser una máquina sensible? ¿ Puede un cuerpo decir: " Basta, no quiero ir más allá, esto es demasiado para mí"? ¿ Puede un cuerpo olvidarse de sí mismo?

  El 2 de enero de 1941, en la aldea de Mieux, en la Bretaña francesa, no muy lejos del mar, a la vista de noventa y un civiles ardiendo en el holocausto de una iglesia de piedra, un cuerpo respondió a todas esas preguntas con un rotundo " sí".

  Aquel día, un hombre llamado Kurt Crüwell perdió la sensibilidad.


Ricardo Menéndez Salmón

La ofensa


   Masacre: ven y mira ( 1985)